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Estaba acostada en el sofá viendo una película de zombis. Las películas románticas siempre fueron mis favoritas pero en ese momento no tenía ganas ni fuerzas para ver una, mi única distracción era ver muertos vivientes comiendo vísceras y desmembrando a personas.

Recordé en su momento que Axel me dijo que tenía familia italiana, pero ¿cómo iba a saber yo que el señor Ricci era familiar suyo? El mundo era muy grande y habían pocas probabilidades, por no decir casi ninguna, de que Carlo fuera el abuelo de Axel.

Detestaba la idea de poder cruzarme a Axel de nuevo si volvía a visitar a Carlo, y tampoco quise pensar en las preguntas que el señor me haría en cuanto me viera con respecto a su nieto. Sin embargo, por un lado dudaba de volver a ver a Axel en la habitación trescientos cinco porque el señor Ricci llevaba ingresado casi dos semanas y esa era la primera vez que le veía, además de que seguramente él quisiera evitarme a toda costa al igual que yo a él. Yo porque él me destrozó y él... seguramente porque fui un error.

Ya me dolía el hombro de estar acostada en el sofá tanto tiempo, así que me incorporé y me senté para continuar viendo cómo los zombis devoraban a un hombre que intentaba escapar. En la siguiente escena salió un perro muy mono y no pude evitar recordar a West y sus muestras de cariño. Todos los días le recordaba y me preguntaba si estaría bien, si Axel le estaría tratando bien, y quería creer que sí porque conocía al señor ojos verdes, o al menos le conocía hasta hacía seis meses. Si no cambió su manera de tratar a los animales, mi pequeño West estaría feliz y bien a alimentado, aunque de vez en cuando se llevara un insulto por su parte.

La puerta de casa se abrió y de ella apareció Masie con dos bolsas grandes del supermercado, pero lo que llamó mi atención fue que no vino sola.

-Mira a quién me he encontrado en el súper -fue lo primero que dijo mi amiga con alegría.

El cabello oscuro de James hizo acto de presencia en el salón mientras mi compañera de piso guardaba la compra en sus correspondientes lugares.

-Hola de nuevo, Alessa -sonrió mostrándo sus blancos dientes.

-Hola, James -contesté sin mucho ánimo. Estaba sumergida en un pozo de tristeza y apatía que no me dejaba siquiera sonreír.

James se colocó a mi lado y entendí que iba a sentarse, por lo que me eché hacia un lado para que tuviera hueco.

Desde que a ambos nos secuestraron nuestra relación se afianzó en la universidad. Él dejó de atacarme con el tema de Axel, incluso me dio ánimos cuando él me dejó, ya no era ese hombre que me exigió que jamás le dirigiera la palabra. Sin embargo, desde que nos graduamos no nos habíamos vuelto a ver hasta hace unos días en el hospital.

-Te noto alicaída, ¿qué te pasa? -quiso saber.

Como estaba claro que tenía que contestar sí o sí, cogí el mando a distancia del televisor y pausé la película.

-Hoy no es mi día, eso es todo -respondí afligida, y no mentí del todo, era verdad que no era mi mejor día, aunque tampoco el peor.

-¿Queréis café? -preguntó Masie desde la cocina y ambos respondimos con una afirmativa.

-¿Estás con la regla o algo así? -inquirió con una ceja alzada.

-¿Qué? ¡No, no! Sólo... sólo estoy triste y punto.

James arrugó el entrecejo hacia abajo, haciéndome saber que no le convencía mi respuesta.

-Si no estás con la regla es extraño que tengas ese humor. ¿Por qué no me cuentas qué te pasa?

-Lo que le pasa es que ayer vio a Axel -le informó mi amiga entrando al salón con una bandeja sobre la que habían tres tazas de café.

-¡Masie! -grité.

Nada más importa si estás junto a mí (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora