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Los nervios me consumían rápidamente mientras bajaba del coche bien decorado con flores y lazos que mi tío Luka conducía. Apreté el ramo de flores con mi mano derecha y con la izquierda sujeté la cola de mi vestido para que no se manchara con el suelo, pero estaba tan nerviosa que casi me tropiezo con mis propios pies.

–Alessa, relájate –dijo mi tío con tranquilidad–, no es como si no supieras con quién te vas a casar.

–Lo sé, lo sé, pero no puedo evitar sentirme nerviosa –admití con una sonrisa histérica.

Luka, bien vestido con una camisa azul claro y unos pantalones de vestir oscuros, me observaba con una cálida sonrisa mientras que mi padre a mi lado me sonreía ampliamente como si no creyera que estuviera viviendo este momento. He de decir que mi padre se había arreglado mucho para la ocasión, vestía con un smoking azul oscuro con una corbata roja, iba bien peinado y se había afeitado esa descuidada barba que siempre llevaba consigo, y parecía más joven de lo que ya era.

La mano de mi padre encontró la mía y me dio un tenue apretón que me hizo observarle.

–¿Quieres estar con él? –me preguntó, y no me fue necesario pensar para responder.

–Toda mi vida.

–Entonces vamos –me instó sonriente–, ya le hemos hecho esperarte demasiado.

Tomé una profunda respiración, agarré más fuerte el ramo de flores y salí de mi escondite de detrás del coche para caminar de la mano de mi padre seguida por Luka, que empujaba la silla de Alessandro.

El sitio que había elegido Axel para la ceremonia no podía haber sido mejor. Se había encargado de todo para poder casarnos en la playa, y he de decir que todo estaba decorado tal y como quise que fuera.

Habían sillas con fundas plateadas a izquierda y derecha con flores blancas en los respaldos y un pasillo en medio con vigas de madera decorado con más flores blancas y fulares plateados para que quedara más elegante. Hasta el altar estaba bien decorado con toques plateados y blancos. Desde donde se podía ver el mar y el sol cayendo con su luz reflejándose en el agua. Era un sitio precioso e increíble.

La música comenzó a sonar y todos los presentes se giraron para mirarme, pero yo no les prestaba atención, sólo tenía ojos para una persona en concreto que vestía un elegante traje plateado que le quedaba demasiado bien para mis ojos. Yo no tenía ni idea de cómo sería su vestimenta y me emocionó mucho que hubiera elegido ese color porque combinaba a la perfección con la decoración del lugar.

Nuestros ojos conectaron al instante y sentí que el estómago se me apretaba de anticipación. Yo quería esto, necesitaba esto, ansiaba y anhelaba pasar todos y cada uno de mis días con el hombre al que amaba con toda mi alma..., y por fin sería así.

Mis pasos eran lentos mientras caminaba de la mano de mi padre y la musiquita sonaba de fondo. Todos mis amigos y familiares, aunque no eran muchos, me observaban con sonrisas resplandecientes y yo me sentía muy feliz por saber que estaban contentos por nuestro enlace.

Masie y Selena, mis damas de honor, esperaban a la izquierda del altar vestidas con el mismo vestido celeste mientras me sonreían emocionadas, y yo no podía evitar sonreír ampliamente de felicidad pura pese a que estaba demasiado nerviosa. Rose esperaba detrás de Axel con los ojos llenos de lágrimas mientras observaba a detalle mi figura. El vestido me quedaba a la perfección gracias a que había conseguido quitarme esos kilitos de más que me dejó el embarazo.

Busqué con la mirada a James, quien me observaba sonriente y sostenía a Aiden en brazos, y yo le dediqué una sonrisa amplia. Él se había ofrecido a cuidar de su sobrinito mientras celebrábamos la boda y yo confiaba plenamente en que lo hiciera bien.

Nada más importa si estás junto a mí (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora