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Removía los macarrones en la olla para que no se pegaran mientras veía una película en mi smartphone del actor que tanto nos gustaba a Masie y a mí, bueno a ella le gustaba más. Estaba preparando la comida para ambas porque ella llegaría de un momento a otro y yo entraría a trabajar dentro de poco; al menos teníamos tiempo de comer juntas.

La imagen en la pantalla de mi móvil se congeló y me advirtió de que James me estaba llamando. Contesté casi de inmediato poniendo el altavoz.

–Hola, James –saludé contenta.

Hey, Alessa. ¿Qué tal estás?

–Pues bien, como siempre. ¿A qué se debe tu llamada?

Quería preguntarte si te apetece ir el viernes al salón recreativo otra vez.

–Claro, ¿por qué no? La última vez lo pasé en grande –sonreí al recordar ese día.

Genial. ¿Quedamos allí o paso a recogerte?

–Quedamos allí, así no tienes que venir hasta aquí.

–Vale. ¿A las doce te viene bien? –preguntó él.

–Sí.

Bien, pues nos vemos allí, entonces.

–Adiós, James. Por cierto, no te enfades si te gano a disparar a los dinosaurios, ¿eh? –me burlé.

Ya veremos quién gana a quién –contestó riendo, y acto seguido finalizó la llamada.

Me gustaba estar con James, no me hacía sentir incómoda por ser hombre, más bien era como el hermano mayor que nunca tuve. Cuando era simpático, es decir casi siempre, me divertía mucho con él y con sus tonterías. Era agradable y un gran amigo, por eso no me importaba salir a solas con él cuando quisiera.

Sin embargo, pensé que en ningún momento dijo que Masie viniera, ni la anterior vez ni ahora, y eso me dejó extrañada, pero tampoco iba a comerme la cabeza con ello porque sus motivos tendría.

Poco tiempo después de dejar de hablar con James, Masie entró por la puerta con esa sonrisita suya que me decía que algo le había ido bien.

–Suéltalo ya –exijí intrigada.

Mi amiga soltó un grito agudo y de emoción y comenzó a dar salititos en su lugar.

–¡He quedado con él! –gritó, y yo grité con ella la mar de feliz por su emoción.

–¡¿Cuándo?! ¡¿Dónde?!

–¡El viernes para comer! –volvió a chillar como una adolescente.

Reí feliz por su entusiasmo y la abracé.

–¡Por fin! Ya creía que solo quería hablar contigo por teléfono –alegué sacando los macarrones de la olla. Después los metí en la sartén que contenía tomate frito, albóndigas pequeñas y queso.

–Este es el definitivo, Alessa, lo presiento.

Ambas nos pusimos a comer en la mesa del salón con el televisor encendido. Como casi todos los días, Masie quería ver las noticias, cosa que a mí no me importaba porque no le prestaba atención. Sin embargo, ese día sí lo hice porque esperaba ver que Axel volviera a salir en la pantalla, cosa que no ocurrió.

Cuando terminamos de comer, Masie se encargó de fregar los platos mientras yo me cambiaba para ir a trabajar.

–Nos vemos esta noche –dije para despedirme, y ella respondió con un "hasta luego".

Nada más importa si estás junto a mí (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora