Acababa de llegar al apartamento después de haber estado más de diez horas en el hospital. Estaba cansada y agotada, tanto física como mentalmente. Había estado tantas horas de pie trabajando, pensando en todo y en nada a la vez, que me sentía tan totalmente agotada que no sabía ni cómo podía seguir en pie.
Lancé mi bolso hacia el sofá y arrastré los pies por el suelo para llegar hasta mi habitación y meterme en el aseo para darme un baño. Mi expectativa era relajarme, pero estaba segura de que no lo conseguiría, no iba a ser capaz de dejar de pensar en todo por unos instantes, no iba a poder sacarme a Axel de la cabeza.
Puse el tapón en la bañera y abrí el grifo del agua caliente para que empezara a llenarse mientras cogía ropa limpia y me desvestía. No tenía pensado salir a ningún lado, así que tomé mi pijama y ropa interior limpia y me adentré nuevamente en el baño para comenzar a quitarme la ropa. Me desvestí lentamente porque no tenía fuerzas para nada, casi fui incapaz de quitarme la camiseta sin enredarla en mi cabeza. Desabroché mis pantalones y me los quité ayudándome de la pared para no caerme en el intento. Mis ojos ojerosos se pararon en mi reflejo en el espejo y me contemplé durante unos instantes.
Ahí estaba yo, una chica de veintiún años en ropa interior que se miraba de arriba abajo en busca de algún fallo, y no tardé en verlos. No comprendía porqué de pronto buscaba taras en mi cuerpo, nunca me importó demasiado tener estrías o no tener un trasero grande a lo Kim Kardashian. Nunca me molesté en fijarme en los defectos de mi cuerpo, pero ese día sí lo hice. Y creí saber porqué.
Mis manos viajaron hasta mi barriga y se quedaron sobre mi abdomen. Me puse de lado para mirar mi perfil, creyendo que ya se notaría, qué estúpida, ¿cómo iba a notarse? Mis dedos trazaron caricias sobre la piel de mi barriga al mismo tiempo que los ojos se me empañaban por las lágrimas. Estaba comportándome de una manera un tanto dramática desde hacía unos días, pero no podía simplemente dejar de sentirme así. No podía evitar querer llorar por todo. Estaba siendo idiota...
Suspiré, terminé de desvestirme y me giré lentamente para hundirme en la bañera a medio llenar. El agua caliente hizo que mi piel se erizase mientras me adentraba en el agua, y cuando me senté eché mi cuerpo hacia atrás para apoyar la cabeza en el borde y así poder intentar relajarme mientras la bañera continuaba llenándose.
Como durante todo el día, Axel llegó a mis pensamientos.
Dos días habían pasado desde que Axel se coló en casa sin pedir permiso. Dos días desde que me dijo que me amaba. Dos días desde que me enteré que estaba embarazada...
El día que vi que no había tomado esas pastillas decidí ir a la farmacia, pero recordé que la prueba de embarazo no serviría de nada si todavía mi regla no había faltado, así que tuve que esperar. El mismo día que Axel vino se lo conté a Masie, y ella enseguida se apresuró a abrazarme y salió corriendo a compar una prueba de embarazo, ya que mi regla tenía que haberme llegado tres días antes. Recuerdo que estaba histérica y que no quería orinar en ese aparato, pero Masie, siempre tan comprensiva, me dijo que si no hacía pis ella misma me lo metería por la vagina hasta que saliera el resultado.
Recuerdo la desesperación, los comentarios de Masie, el miedo que tenía por saber el veredicto... también recuerdo que fueron los minutos más largos de mi vida. Cuando pasaron los minutos, le dije a mi amiga que mirara ella el resultado porque si lo hacía yo seguramente me caería sentada al suelo fuera cual fuera la respuesta del aparato. Sus ojos saliendo de sus órbitas fueron los que me dijeron la respuesta sin siquiera ver el test de embarazo, y sentí que me derrumbaba.
Siempre estuve en contra del aborto, respetaba a las mujeres que lo hacían, pero eso no era algo que yo quisiera hacer, así que esa opción estaba descartada. Pero ahí fue cuando mi mente colapsó. ¿Cómo pretendía tener un bebé? Un hijo era algo que necesitaba mucha atención y responsabilidad, casi no podía hacerme cargo de mi vida... ¿cómo iba a hacerme cargo de un bebé?
ESTÁS LEYENDO
Nada más importa si estás junto a mí (Libro #2)
Teen Fiction(Continuación de "Nada más importa") Cuando lo vi de nuevo, no pude apartar mis ojos de los suyos ni por un segundo, la intensidad de su mirada era tan fuerte que me había quedado hipnotizada y petrificada en mi lugar. Mis extremidades comenzaron a...