AXEL
Era la cuarta vez que llamaba a su móvil en el día y seguía sin responderme. De mi boca salió un rugido y lancé mi smartphone por los aires sin importar dónde cayera, no era eso lo que me preocupaba.
Comprendía perfectamente que Alessa estuviera enfadada, que no quisiera hablar conmigo, pero por otro lado odiaba su indiferencia. Me pasaba el día pensando en ella, imaginando que en cualquier momento llamaría a mi puerta para dejar que me explicase, sin embargo no ocurrió. Prácticamente no podía dormir, apenas conseguía dormir dos horas seguidas porque no dejaba de darle vueltas a todo lo sucedido. No rendía en el trabajo, no comía apenas, no pensaba con claridad... me estaba volviendo completamente loco.
Habían pasado tres días desde que fui a buscarla a su apartamento. Dios sabe que reuní toda mi puta paciencia para no entrar sin ser invitado y colarme en su habitación para pedirle de rodillas que me perdonase, y juro que estuve a punto de hacerlo, pero sabía que aquello no cambiaría nada. Sabía que tenía que dejarle su espacio para que pensara y asumiera toda la información que tan repentinamente había descubierto. Yo me moría por dentro por volver a tenerla entre mis brazos, pero la quería tanto que dejé que ella hiciera lo que creía conveniente, y si para ello tenía que estar alejado de ella lo haría aunque estuviera calzinándome por dentro.
Restregué las manos por mi cara y dejé escapar el aire por la boca en un intento de relajarme. Estaba poniéndome furioso por algo que yo mismo había causado, algo que ya sabía que ocurriría. Me odiaba a mí mismo de una manera indescriptible...
Necesitaba hablar con ella urgentemente, y no sólo porque quería que me perdonase, sino porque tenía que salir de la ciudad y no sabía cuándo volvería, y tampoco si lo haría. Necesitaba verla antes de marcharme porque quizá fuera la última vez que lo hiciera.
Nada está asegurado cuando vas encontra de una mafia y mucho menos tu vida. ¿Quién sabe lo que puede pasar cuando estás dispuesto a enfrentarte a un grupo de personas armados hasta los dientes? Exacto, ni siquiera yo era capaz de imaginar todo lo que podía suceder. Por eso necesitaba verla antes de marcharme, ¿quién sabía si volvería?
Luka se ofreció a ayudarme.
No me costó mucho convencerle de que viniera conmigo a finalizar mi venganza de una vez por todas, casi saltó de alegría ante mi petición. Luka Bianchi deseaba tanto como yo la muerte de Bruce Evans y le entendía perfectamente. Puede que su amor hacia mi madre me molestara, pero comprendía que podías hacer cualquier cosa por amor, como, por ejemplo, dejarla ir para que fuera feliz. Yo había sacrificado mi propia felicidad para que Alessa estuviera a salvo, para que fuera feliz... Comprendía lo que Luka hizo en su momento; mi madre le pidió que se marchara, que la dejara ser feliz, y él lo había respetado a pesar de que todavía la seguía amando.
Me ponía en la piel de Luka al pensar en que, si no pudiera volver a estar con Alessa y ella se casara con otro, si rehiciera su vida, y ese cabrón la asesinara, yo querría matarlo con mis propias manos. Querría verlo sufrir de la manera más dolorosa posible. Por eso Luka había aceptado a acompañarme sin pensárselo dos veces; por muchos años que hubieran pasado, él seguía amando a mi madre como el primer día.
Sin embargo, yo no iba a dejar que Alessa rehiciera su vida. ¡No podía! Mi egoísmo no me lo permitiría. Tenía que demostrarle que seguía siendo lo más importante para mí, que seguía queriéndola por encima de todo. Era consciente de que me iba a costar mucho, pero sin esfuerzo no hay recompensa, y no iba a dejar de demostrarle que mi amor por ella era tan fuerte, tan grande, que incluso llegaba a doler. Hice muchas cosas malas en el pasado, sí, y me arrepentía de la gran mayoría, pero creía que Alessa era mi manera de redimirme, ella era mi perdón en forma humana, la manera que tenía el universo de decirme que había sido absuelto de cargar con el remordimiento de mis actos... No podía dejarla ir aunque quisiera.
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Nada más importa si estás junto a mí (Libro #2)
Genç Kurgu(Continuación de "Nada más importa") Cuando lo vi de nuevo, no pude apartar mis ojos de los suyos ni por un segundo, la intensidad de su mirada era tan fuerte que me había quedado hipnotizada y petrificada en mi lugar. Mis extremidades comenzaron a...