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Jamás en mi vida me hubiera imaginado la razón por la que Axel dejó de trabajar para su padre. ¿Cómo iba a pensar que el presunto asesino de su madre era Bruce Evans? Era algo que nadie podía llegar a imaginar, excepto Luka Bianchi.

Axel me contó que durante el tiempo que estuvimos juntos Luka se puso en contacto con él y le enseñó pruebas sólidas para inculpar a su padre, pruebas que para Axel encajaban a la perfección. Recuerdo que mi rostro se contrajo a una mueca de asombro cuando me dijo que Luka era el padre de su hermano Nick, y que al parecer este no se lo había tomado demasiado bien al principio. Pero, finalmente, Nick decidió escuchar a Luka y se sometió a unas pruebas de ADN para comprobar que el italiano no estaba mintiendo. Axel se sentía alegre por su hermano porque había empezado a estrechar su relación con su auténtico padre.

Todo lo que me contó me dejó sin habla por unos minutos. La familia de Axel era un auténtico caos y al parecer nunca sabías todo de ella, siempre había algo nuevo de lo que enterarse.

Yo sabía que Axel estaba afectado al saber la verdad acerca del asesinato de su madre, sin embargo él no dejaba que su preocupación y sentimiento de traición salieran a la luz. Siempre fue un hombre que supo controlar el peso de sus emociones y esta situación no iba a ser diferente, pero yo ya le conocía bien y sabía que el tema no dejaba de dar vueltas en su cabeza.

No pude evitar sentir el sufrimiento por el que estaba pasando y el que había pasado, el que aún sostenía sobre sus hombros. Desde muy joven tuvo que vivir cosas y hacer cosas horribles creyendo que era lo correcto y yo era consciente de que eso todavía le pesaba. Me era imposible no sentir un poco de lástima por él; aparentaba que todo en su vida era normal, que todo estaba bien, cuando en realidad las paredes que en su mente soportaban el dolor estaban a punto de caerse.

Pese a todo lo que hizo, y seguramente lo que haría en el futuro, yo sabía que Axel era una buena persona, solo que el odio y la desesperación no se lo ponían nada fácil.

Me encontraba en el salón con Masie. Ella pintaba las uñas de sus pies de un color rosa demasiado llamativo para mi gusto y yo cambiaba de canal en el televisor en busca de alguna película que mereciera la pena.

–Mañana he quedado con él –decía ella, concentrada en no pintarse el dedo, refiriéndose al hombre que conoció en el hospital en el que ella trabajaba–. Sean dice que me llevará por ahí a cenar, así que no me esperes despierta. Seguramente dormiré en su casa.

Yo ya sabía que el nombre de aquel chico era Sean, pero por alguna extraña razón ese nombre me sonaba mucho. Durante días estuve pensando dónde había escuchado antes ese nombre hasta ese momento, en el que pareció que una bombilla se iluminó encima de mi cabeza.

–Sean... –repetí lentamente–, ¿sabes si es dueño de un gimnasio?

–Sí. El gimnasio está cerca de la avenida principal. ¿Cómo lo sabes?

Sonreí recordando a Sean.

Él era el hermano de Selena, la amiga de Axel con la que había ido durante un tiempo al gimnasio y con la que, junto con Mark, Axel y yo habíamos cenado algunas veces y habíamos salido por ahí a divertirnos. Recordé que cuando conocí a Sean pensé que Selena le estaba poniendo los cuernos a Mark con él, hasta que ella me aclaró que era su hermano mayor.

–¿Recuerdas a Selena?

–¿La amiga de Axel? Claro –respondió confundida, al parecer no veía la conexión de la chica con el tema.

–Pues es su hermana.

La mueca de sorpresa que puso Masie no me pasó desapercibida. Las dos vivíamos en una ciudad muy grande, pero al parecer también era muy pequeña.

Nada más importa si estás junto a mí (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora