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Carlo había cumplido con su promesa.

Cuando estaba ingresado en el hospital me dijo que me cocinaría unos buenos espaguetis cuando saliera de allí, y no había mentido. Me estaba enseñando a hacer unos auténticos espaguetis italianos en la cocina de Axel. Rose y yo observábamos todos los movimientos del hombre para quedarnos con toda la información posible.

Cuando la mujer me vio entrar a la casa corrió para abrazarme como si su vida dependiera de ello. Me estrujó entre sus brazos con energía mientras repetía lo mucho que se alegraba de verme, y la verdad es que yo también la había extrañado mucho. Ella fue mi primera confidente y me había enseñado y contado muchas cosas.

Carlo nos advirtió de que la comida ya estaba lista y Axel y yo comenzamos a poner la mesa mientras Rose se sentaba. Mi precioso novio la había invitado a comer y no dejó que hiciera nada en ningún momento, alegando que la casa estaba ya muy limpia y que de la comida se encargaba su abuelo.

Miré a Axel con el ceño arrugado, confundida por que había puesto un plato de más sobre la mesa.

–Sobra un plato––dije cogiéndolo.

Él agarró mi mano suavemente y me lo quitó para volverlo a dejar donde estaba.

–No, es que falta alguien por venir –mi entrecejo se arrugó más ante su aclaración, y justo alguien llamó al timbre–. Y ya está aquí.

Axel se encaminó a abrir la puerta mientras yo terminaba de poner la mesa y levanté mi cabeza para saber de quién se trataba cuando ambos entraron a la cocina.

–Jeremy... –murmuré sorprendida al verle.

Le había preguntado cómo estaba a Rose porque también le había echado de menos, pero no esperaba verle tan pronto y tampoco sabía si seguía enfadado conmigo por cómo me comporté con Naomi frente a su prima. Cuando Axel me trajo de vuelta tras el segundo secuestro Jeremy se alegró de verme e incluso me abrazó, pero después de tanto tiempo sin verle no sabía si todo estaba olvidado.

Él sonrió con la boca cerrada al verme.

–Hola, Alessa. ¿Cómo estás? –parecía avergonzado, y la verdad es que yo también lo estaba.

–Bien, supongo. ¿Y tú?

–Bien, bien.

Axel se posicionó a mi lado y puso su mano en mi baja espalda.

–Vamos a comer –dijo, y yo asentí dibujando una pequeña sonrisa en mis labios.

Era probable que Axel se hubiera dado cuenta de lo incómoda que me sentía al no saber si Jeremy había dejado de estar molesto conmigo, y quizá por ello ofreció que nos sentáramos a comer.

Carlo no habló mucho durante la comida, posiblemente porque no entendía nada. Axel y Jeremy tampoco conversaron demasiado. Conclusión: las únicas que estuvimos hablando fuimos Rose y yo de cosas sin importancia.

–Esto está riquísimo –le dije a Carlo, quien me sonrió cálidamente.

–Menos mal que me he quedado con la receta –alegó Rose entre risas.

–Mia moglie mi ha insegnato.

Tanto Rose como yo nos miramos sin comprender. Iba a sacar mi móvil para traducir lo que había dicho cuando Axel se adelantó.

–Dice que mi abuela le enseñó –nos aclaró él, y no pude evitar sentir que el corazón se me estrujaba al recordar que su esposa falleció y que el pobre se sentiría muy solo.

–Dile que me encanta cómo cocina –le dijo Rose a Axel.

Él tradujo lo que Rose le había dicho y Carlo sonrió feliz, como siempre.

Nada más importa si estás junto a mí (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora