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Axel me había preparado un café y se había sentado conmigo en el sofá abrazándome. Había estado muy cariñoso y detallista durante toda la noche, lo que me agradó demasiado.

Eran alrededor de las diez de la mañana y tenía un sueño inmenso, pero le había prometido a mi chico que me quedaría despierta, y había aguantado como una campeona. He de reconocer que hubo un momento en el que casi me quedo dormida, pero Axel comenzó a hacerme cosquillas y me espabilé rápidamente.

Ya quedaba poco para que Carlo y Nick llegaran y estaba ansiosa y nerviosa por conocer a mi cuñado. Me lo imaginaba imponente y serio, mucho más serio que Axel, pero tenía la esperanza de caerle bien ya que éramos familia por dos partes.

Saber que tenía un tío y un primo me alegraba porque siempre pensé que estaba sola, pero por otro lado no sabía cómo debía actuar frente a ellos; para mí era algo raro tener familia. No quería parecer pesada a la hora de preguntarles por sus vidas, pero también habían muchas cosas que quería saber; ¿a qué se dedicaría Nick? ¿Cuántos años tenía Luka? ¿Qué les gustaba hacer?... Habían muchas preguntas en mi cabeza pero todas me parecían tonterías. Lo mejor sería dejar que ellos hablaran y cuando nos conociéramos mejor ya resolvería mis dudas. Por el momento tenía que conocer a Nick, luego, más adelante, podríamos pasar un rato los tres juntos para tomar algo de confianza ya que compartíamos genes.

Sin embargo, no todas las preguntas de mi cabeza eran de ese tipo. ¿Y si Nick no era simpático? ¿Y si no quería conocerme? ¿Y si Luka no quería formar parte de mi vida?... La cabeza me iba a estallar.

–Nena, estás temblando –la suave voz con la que Axel habló me hizo mirarle.

Acurrucada entre sus brazos me di cuenta de que tenía razón, estaba temblando a causa de la anticipación. Saber que conocería a un familiar después de tantos años me ponía muy nerviosa, demasiado. No quería estropearlo, necesitaba que Nick y yo nos lleváramos bien, aunque si no fuera así tampoco perdería nada. Pero sentía la imperiosa necesidad de tener familiares, aunque sólo fueran un tío y un primo. Siempre quise tener una familia, y esto era lo más cercano a ello.

–Estoy nerviosa –admití con una sonrisita tirante.

Axel acarició mi espalda lentamente, en un intento de aminorar mis ansias.

–Tranquila, muñequita, le caerás bien –susurró cerca de mi oreja, y luego me dio un beso en la mejilla.

–Tú mismo me has dicho muchas veces que tu hermano es un capullo, ¿cómo sé que no lo será conmigo?

Axel miró hacia delante, contemplando la pared como si fuera muy interesante.

–Es un capullo, pero no es una mala persona –se sinceró en voz baja, como si estuviera diciéndoselo a sí mismo.

Abracé su abdomen con un brazo y apoyé mi mejilla en su pecho.

–Eso me recuerda a alguien –murmuré mirándole con una sonrisa.

–¿Me estás llamando capullo?

Una carcajada se escapó de mi garganta y me acomodé bajo su brazo para poder verle mejor.

–No, cielo. Me refiero a que tú puedes aparentar ser muchas cosas, pero no eres una mala persona.

Él me sonrió cariñosamente y dejó un beso sobre mi frente para después mirarme a los ojos.

–Eres demasiado perfecta para ser real –susurró.

Iba a decir algo, a replicar sobre su comentario porque yo no era perfecta, tenía mis defectos como cualquier persona, sólo que Axel me veía con buenos ojos. Quizá a mí me ocurría lo mismo con él. Sin embargo, no pude articular ninguna palabra porque el timbre sonó avisándonos de que ya habían llegado.

Nada más importa si estás junto a mí (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora