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Desperté sobre las doce de la mañana. El día anterior había tenido guardia y tuve que quedarme hasta las siete en el hospital.

Me levanté de la cama arrastrando los pies por el suelo con ganas de morirme, lo normal ya que había dormido menos de cinco horas. Me metí en el baño, me lavé los dientes y recogí mi pelo en una cola alta. Después me vestí y salí de la habitación para desayunar algo y hablar un rato con Masie hasta que me tuviera que ir.

Me hice un café y tostadas con mantequilla y mermelada de fresa, y llevé el desayuno al salón para estar un rato con mi amiga, quien estaba viendo la tele mientras revisaba algo en su smartphone.

-¿Hoy empiezas a las dos? -me preguntó cuando me senté a su lado en el sofá.

-A la una -le informé tras beber un sorbo del café.

Procedí a comerme las tostadas sin prestar atención a la televisión, pero vi que el rostro de Masie se desencajó mientras observaba algo en la pantalla. Mi ceño se frunció ligeramente porque no comprendí por qué reaccionaba así, entonces miré al televisor extrañada.

Mi pecho se hundió al instante...

Él estaba ahí.

Caminaba por la calle con varios periodistas preguntándole diferentes cosas. Cosas que él no contestó. Tenía esa mirada seria que siempre me gustó y asustó a la vez mientras intentaba zafarse de los reporteros que le perseguían. Bajo la imagen pude ver el titular que rezaba: Axel Evans se despide para siempre de Evans's buildings.

Mi corazón latió con violencia bajo mi pecho al verle. No supe nada de él desde aquella vez; la última vez que nos vimos.

Seguía teniendo ese cuerpo de infarto que tanto me cautivaba. Su cabello seguía siendo de un negro intenso y sus ojos continuaban siendo hipnóticos y preciosos. Lo único que vi diferente en él fue que llevaba una barba de tres días, pero hasta así era increíblemente guapo y sensual.

-No voy a dar más explicaciones -alegó ante la cámara. Parecía irritado y molesto, pero eso era algo normal en él.

-¿Por qué has dejado la empresa después de tanto tiempo? -le preguntó una reportera-. Eres el principal heredero.

-No voy a responder más preguntas así que, si me disculpan... -añadió él con la mandíbula apretada.

Masie apagó el televisor, sin embargo yo me quedé embobada mirando la pantalla apagada.

-Lo siento, no sabía que iba a salir en televisión -murmuró mi amiga en voz baja.

-No pasa nada, no te preocupes.

Me levanté sin terminar de desayunar y fui al baño. Las lágrimas empezaban a hacer acto de presencia, pero no las dejé salir. No iba a llorar por él otra vez.

Habían pasado seis meses desde que que me dejó. Seis meses de pura agonía y tristeza... Y precisamente ahora que empezaba a sobrellevar lo ocurrido aparece Axel en televisión igual de espectacular que siempre. ¡¿No podía haber engordado o algo así para sentirme mejor?!

Me costaba admitirlo en voz alta, pero yo seguía queriéndole como el primer día a pesar del tiempo que había pasado, a pesar de que me dejó hundida en la miseria... A pesar de que se deshizo de mí tal y como James me advirtió.

Pero yo había cambiado. Pese a que amaba a Axel, ya no era la chica asustada que conoció aquella tarde en uno de los puticlubs de Drew. Mi vida había cambiado totalmente. Ahora vivía con mi mejor amiga, tenía el empleo de mis sueños y hasta un coche, aunque fuera uno muy viejo. Mi vida ya estaba tomando forma, ya sólo me quedaba superar los últimos estragos que Axel dejó en mí para ser completamente feliz.

Nada más importa si estás junto a mí (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora