Voluntad

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Fernanda.
Nunca antes había sentido esto es como si una oleada de aire de mar te golpeara en la cara y te quisiera tirar. Siento que cada parte de mi cuerpo con un inmenso poder incluso mis ojos que me dolían con cada pequeña cosa ya no está ese hormigueo. Tenía que salir rápido de ahí tal vez tengo poder y se hacer un par de cosas pero en si no tengo la experiencia que todos ellos. Ahora mismo estoy en la terraza de mi habitación en Loas, claro si al menos algo es real. No sabía a donde ir, si iba a casa me encontrarían fácilmente además meteré en problemas a mi familia así que solo me queda encontrar este lugar acogedor. Empiezo a caminar adentro de mi cuarto hasta salir a aquel árbol que mire por primera vez. Fue desde aquí donde casi me caigo y también la primera cosa que me a dado calma en toda esta tempestad. Este árbol de Manzanos que empieza a ponerse sus colores otoñales por el cambio de clima. Me siento identificada con el...
-No creí que volverías...
-Yo tampoco.
-¿Entonces qué haces aquí?
Volteo a ver al rey pervertido sin ánimos ni ganas de nada pero si con una idea en mente que no me dejará en paz hasta conseguirla.
-Quiero venganza.
-Creí que no querías que tocara Genoa.
-Ahora si, quiero verla arder incluso a esa familia...
el nudo en mi garganta se hizo más fuerte no quería llorar solamente estaba loca del coraje y frustración.
-Esta bien. Pero necesitas hacerte fuerte. A partir de ahora estarás en un constante entrenamiento conmigo, si quieres destruirlos necesitas primero aprender a defenderte. -Asiento con la cabeza sin poder decir nada aunque sus palabras son duras siento un poco de seguridad en ellas, como si estuviera en casa- Y otra cosa más. Tienes prohibido llorar enfrente de otra persona que no sea yo... nadie puede ver tu debilidad...

La noche fue demasiado larga y mi cuerpo se siente incómodo. Una parte de mi se sentía raro como si me hubieran atropellado varios camiones seguidos.
-Señorita está lista, su majestad la espera.
Se me había olvidado que estaba viéndome en el espejo. Camine sin ánimos por alguna razón mi actitud a cambiado desde que se que no puedo confiar en nadie prefiero no hablar o mostrar expresión que no sea una neutral. Llego a la puerta de donde me quede de ver con el rey pervertido pero empecé a escuchar la voz de Zenit.
-Hermano yo te amo y e estado desde que nací, e vivido para ti y solo para ti pero le das todo a ella. ¡Yo solo quiero que me ames como a ella! Por qué no puedes...
miro a Zenit en el piso tomando la toga roja con blanco de Arturo mientras que el solo la miraba con cara de desprecio.
-Nunca te amare...
Zenit empezó a llorar mientras que él caminaba dejándola sola atrás de él. Salió de su oficina y yo estaba ahí. En otro momento hubiera dicho algo o defendido a Zenit, pero ahora no tengo muchas ganas.
-Escuchaste...
-No me interesa...
Empiezo a caminar mientras él hace lo mismo. Llegamos a la parte trasera del palacio mientras que las demás princesas estaban centradas en el quiosco blanco de siempre. Nos miran con miradas penetrantes y algo duras.
-Tendrás que buscar la forma de tu poder.
-¿Que debo hacer?
-Cierra los ojos y siento el aire.
Hice lo que dijo entonces sentí como el aire me acobija. Un resplandor me hace frente y siento como si la fuerza del mundo estuvieran en mi. De pronto sentí un choque en el corazón que me dejó sin aire. Abrí los ojos algo agitada y miro al rededor. El césped está más alto además de qué hay más flores cercas ¿Que significa esto? Volteo a para ver a Arturo y el solo me mira con esos ojos dorados neutrales como si no le asombrara nada.
-El poder de la vida... ¿Has escuchado sobre eso?
-No...
-Hace miles de años cuando una enfermedad se esparcía por el mundo un caballero con un extraño don se acercaba a los poblados curando a las personas, a su poder se le llamó el don de la vida el cual es de los pocos de la rama de magia de luz. Con él se dice que puedes curar enfermedades, tener vida eterna además de que aumenta tu poder neto hasta cinco veces más y no solo eso si lo deseas también el de un batallón entero. Es por eso que cuando el caballero falleció dejó su poder a su discípulo y este se dio cuenta que es un arma de doble filo. Las personas entraban en constante guerra por esa razón lo considero maldito y lo oculto perdiéndose con el tiempo...
-Pero a lo que entiendo es algo heredado o algo así no es así.
-Así es alguien te lo debió de haber pasado. Este poder es muy vanidoso así que no acepta cualquier recipiente. Se dice que cuanto más se pase más poder tiene aunque todo eso son solo mitos...
-Como puedo saber quien me lo dio...
-Tú padre cual es su nombre.
-Daniel Montés
-Mmm si no me equivoco los Montés son del reino de Filias donde se creó la historia.
-¿Como lo sabes?
-Por que yo también quería ese poder. Investigue todo sobre ese reino aunque ahora forma parte de Genoa. El debió de tener oculto ese poder y te lo pasó a ti.
-¿Por que a mi? Ni si quiera soy su hija...
-Bueno no lo sé. Tal vez deberías de preguntarle luego...
se voltea y empieza caminar dejándome atrás.
-¿Y el entrenamiento?
-Se lo dejare a Damián ya debe estar bien así que es hora que empiece su trabajo, yo tengo un imperio que gobernar.
Camina delicadamente como si no hubiera visto eso. Me volteo y miro que las chicas están de pie. Gabriela me mira con ojos de molestia mientras que las otras dos solo de indiferencia. ¿Que le pasa a esa chica? Me doy la vuelta y me dirijo al Salón del mundo. Así le llama Arturo a la sala donde están todas sus espadas.

El lugar muestra un gran espacio y se pueden ver pinturas en la pared sobre un titán sosteniendo el mundo o cosas parecidas como constelaciones o algo así. Miro el arsenal que tienen colgados. Espadas, arcos y tridentes. Tomo una espada delgada y la muevo como César alguna vez me dijo. Su recuerdo me hace mirar la cicatriz de mi mano la cual me hace recordarlos. Todo era más fácil cuando no sabía nada...
-Una linda chica no debería sostener esa pesada espada.
Volteo y miro un chico de cabello verde como el de un lagarto con ojos afilados del mismo tomo verde oscuro. Está sentado en lo que parece un trono de hiervas y demás flores. Su cabello está sujeto con un hilo de oro y un pequeño fleco salta tapando su ojo izquierdo.
-¿Tú eres?
-No soy nadie.-Se para y toma un tridente que está cercas-Solo alguien que desea una pelea entretenida.
Miro sus ropas y no parecen las de un noble. Más bien parece un mercenario con lo que lleva puesto.
-Entonces por que no lo intentamos...
el solo asintió y dio un giro con el tridente dejándolo en su espalda mientras que con la derecha sostenía la parte trasera y la parte de enfrente con la izquierda. Yo me pongo en la posición que me había dicho Alex. Con la punta de la espada hacia el frente dejando el filo en la parte de arriba y la mano libre poniendo los nudillos en la parte inferior. Con un movimiento rápido el se pone atrás de mi pero logró agacharme antes que me arranque la cabeza. Con la espada intento atacar sus pies pero él logra brincar. Me alejo rápidamente y él me sigue el juego. Nuestras armas chocan con gran intensidad a veces retirándome yo y a veces el así hasta que tome la iniciativa y recordé un movimiento que una vez mire a César hacer a escondidas. Con la espada retirada para atrás y la otra hacia enfrente dejando dos dedos a la vista suspire y ataque la posición era algo difícil de mantener pero eso habría un hueco y logre asestarle una patada en el estómago lo que hizo que retrocediera y se tuviera que parar con el tridente.
-Eres buena aunque no es el estilo de Loas, es pasable.
Aquel hombre se espumaba dejando pequeñas hojas tras el.
-¿Quien eres?
-No tengas impaciencia me conocerás pronto bonita dile al rey que tomaré esto prestado.
Una fuerte brisa hizo que tapara mis ojos y cuando pude ver ya no estaba más que un desastre de hojas verdes por todos lados. Ni crea que voy a limpiar.

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