Un paso del corazon

1 0 0
                                        

Fernanda.
Ah mi cabeza esta que revienta. Que fue lo qué pasó anoche solo puedo recordar un lúgubre bar y que tomamos casi hasta vomitar. El recuerdo de César bailando tan ebrio están divertido apenas y se podía estar de pie. Tomamos, bailamos, reímos y volvimos a reír. Tenía tanto tiempo que no me pasaba una noche así sin preocupaciones. Alguien empieza tocar mi puerta. Me levanto y abro la puerta. Siento como alguien empieza a dar vueltas y me toma de los brazos.
-Como puedes estar dormida todavía acaso olvidaste lo que teníamos que hacer?
Por su voz tan llorona y nerviosa sé que es Albert.
-Me duele la cabeza solo di que no estoy dispuesta o algo así
-Señorita no puede pensarán que es una falta si te apuras alcanzaremos a llegar al palacio a tiempo así que andando.
Me empuja y cierra la puerta. Había olvidado que hoy todos los nuevos de la sumisión iríamos al palacio para estar con otros caballeros algo así como unos cursos y ver su trabajo. Si a mi me está yendo así no tengo la menor idea de cómo estará César o mejor dicho  Sar jajaja el recordarlo me da risa.

Albert.
Esta casa puede ser el doble que la mía y eso me pone muy nervioso además de que se siente el ambiente muy frío. Espero que se apure la señorita para irnos pronto no soporto la presión de este lugar. Ahora mismo estoy en una sala de estar y como era de esperarse de los que son la mano derecha del emperador su casa hasta el mínimo detalle es impresionante además que todos sus sirvientes son muy competentes eso me hace sentir más inútil y nervioso. Miro como entran dos personas discutiendo.
-Basta Alexis no te dire qué pasó.
-Eres un...
parecen algo sorprendidos y yo con ellos lo que hace que me pare de repente. Ojos azules como el cielo y cabellos como el día y la noche. Estos deben ser los hermanos Salvatierra. Inclinó mi cabeza, ah por dios que nervios como debería actuar.
-Yo.. yo soy soy Albert...
-Oh por dios solo levanta la cabeza y deja de tartamudear que me duele la cabeza de solo escucharte.
Hago lo que dice y miro la cara molesta de los dos. Siento como si me fueran a comer vivo.
-No recuerdo haber recibido alguna carta sobre su presencia.
-Esto yo...
-Ni mucho menos alguien nos aviso de su llegada.
-Per...
-Sabe lo molesto que nos pone eso. Será mejor qu...
el sonido de las puertas nuevamente se escucha y veo como una renovada señorita Fernanda revivió después de la ducha. Lleva un traje parecido al mío. Pantalón de esgrima azul marino con una camisa negra como es nuestro uniforme de hoy. Corro y me pongo atrás de ella atravesando el salón. Ella me mira extrañada y luego voltea verlos es obvio que entendió lo qué pasa.
-Así que es tu invitado sabes que no puede venir nadie sin previo aviso.
-¿Que ahora el señor Alexis me dirá quien puede venir o no a verme? Según yo esta también era mi casa... aunque ya es muy obvio que no es así.
-Querida mascota pareces muy fresca deberías mandarme tu receta.
-Solo digamos que el recordar lo del vestido la noche anterior es suficiente.
El Joven César que estaba sentado puso una cara de asombro y se empezó a tornar rojo. La verdad es que nunca pensé que el hombre del hielo, alguien con mucha reserva fuera capas de poner tal expresión.
-Entonces quieres que cuenta lo del agua cachorro.
-Imbecil.
-Tú empezaste.
-Basta ustedes dos y sobre todo tú a donde crees que vas?
-En primera no eras mi padre y en segundo el lugar al cual valla no es de tu incumbencia.
-Ya me tiene harto esta situación. Tú hablaremos ahora.
Alexis la toma del brazo. Así como nunca pensé que vería a César desprender tanta ternura y confianza no pensé ver al sol de Genoa con una cara tan sulfurada y llena de enojo ¿Que rayos pasa aquí? la Srt. Fernanda se suelta y me toma del brazo no sin antes dar un fin a la discusión.
-Estoy cansada de esto.

Pasó casi todo el camino y ella no ha dicho nada solo mira por la ventana con una mirada cansada y acomplejada. ¿Que es lo que le debería de decir?
-Oye no sé qué pasa pero puedes decirme.
Ella voltea con mirada algo desolada y sin esperanza.
-Han pasado tantas cosas que no tengo idea de qué hacer. Estoy cansada.
-Todo a sido malo?
-Bueno no todo. Ayer fue muy divertido. Aún que solo fue por un pequeño tiempo.
-Una vez escuché que la vida está llena de días malos con momentos felices es por eso que las personas se aferran tanto a algo que ellos creen es su felicidad.
-Ya llegamos.

Genoa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora