Atrapados

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Capítulo XI: Atrapados.

Connor.

Mierda, Connor ¿Desde cuándo eres tan cobarde? La tuviste ahí, tan cerca y vulnerable.

¿Cómo no la besaste? Más aún cuando estaba vestida de esa forma.

Una semana sin verla no funcionó para sacármela de la cabeza. Pensé que no verla me ayudaría a no desearla de esta forma.

Sami me ayudara porque después de dejar al gato a su casa, hui como un cobarde a casa de mi amigo. Al llegar veo que esta en casa, así que toco el timbre. Abre una de las empleadas que me deja pasar, ya que soy como de la familia.

—¿Está en su cuarto?

—Si, joven —subo por las escaleras de dos en dos pensando en como dejar de ser tan indeciso o miedosos.

Golpeo su puerta y entro antes de que me diga que entre.

—Adelante —dice sarcástico.

—¿Tan temprano acostado? —pregunto entrando, sentándome en el sofá.

—Vaya, de verdad ese gato te odia —comenta este sentándose como indio en la cama.

—Si —me veo los arañazos del gato del demonio sobre mi hermosa piel.

Respiro hondo una vez más porque es como si me faltara el aire.

—¿Se lo fuiste a dejar a Dan? —pregunta esperando muy atentamente mi respuesta.

Asiento.

—El gato la quiso enseguida —murmuro recordando cómo ronroneaba en sus brazos.

Es un gato acaparador.

—¿Y porque tan frustrado? Se te lazo encima de nuevo. —comenta burlándose de mí.

Ruedo los ojos, como ya es costumbre cuando saca el tema.

—Eres un idiota. No sé porqué te conté —niego con la cabeza—. Ya sé, voy a llamar a Alison, ella me...

—La única que te va a ayudar con eso, es Dan ¿Por qué no aceptas que te gusta? Más de lo nunca te ha gustado alguien. —manifiesta mi amigo, él mismo que me dijo que me alejara de ella. ¿Quién lo entiende?

—Porque no es así —está bien me atrae, mucho, es hermosa, pero de sentir algo por ella de ese calibre, no.

Por lo menos no por ahora que la mantengo lejos.

—No lo sigas negando porque al final ella, ya no va a estar ahí —señala sentado frente a mí apuntando mi cabeza—. Si no ahí —dice esta vez apuntando mi corazón—. Te conozco más de lo que crees y sabes que ya está ahí ¿no?

—No —me niego a creer en eso.

Me levanto y comienzo a caminar de un lado a otro viendo sus cosas, saco una de las pelotas de béisbol y juego con ella.

—Eres demasiado terco —niega con la cabeza.

—Apenas la conozco —digo mirando por la ventana, lanzo la pelota de un lado a otro en mis manos—. Eso no pasa de un día para otro.

Alza una ceja

—¿Conoces eso del amor a primera vista? —me preguntó.

—No —se ríe de mí, lo sé, soy terco pero lo que dice es una estupidez.

—A veces el tiempo es lo de menos, solo tienes que dejar que entre un poco, que te encante algo de esa persona para que ya comiences a sentir.

Joder ¿Qué me guste algo de ella? Me gusta todo de ella, sobre todo cuando quiere que veas el mundo con sus ojos o por lo menos lo comprendas un poco. Supongo que de eso habla Sami.

EL PRIMER LATIDO © | #SagaLatiendo (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora