Una carta y confianza

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Capitulo XXXII: Una carta y confianza.

Dan.

Lo que vi en sus ojos me destrozo y eso solo me dice que está muy herido, sé que está mal por algo, lo entiendo, realmente lo hago pero no hace que duela menos la forma en la que me hablo, me asusto mucho. También esta eso que oculta, lo he notado, no soy la única en verlo distraído y como brinca cada vez que su celular anuncia un nuevo mensaje.

Llego donde Nikki y respiro hondo antes de bajar e ir hacia su casa, tengo los ojos irritados de tanto llorar de camino aquí, aun quiero hacerlo, toco el timbre y tía Helen me abre. Se sorprende al verme pero creo que solo es el hecho de que estoy llorosa y mi nariz se parece a la de Rodolfo el reno.

―Cariño ¿Estas bien?

Niego con la cabeza y me abraza.

―Lo siento ―le digo avergonzada, sé que a veces soy dura o fría pero con la muerte de Abby y estar tonta de amor por Connor me ha convertido en una sentimental―. ¿Nikki esta?

―Esta con Samuel en su habitación. Sube, ve ―me dice con una cariñosa sonrisa maternal―. Te llevare un té. Cariño, no te ves nada bien.

Asiento mientras me hace pasar y subo por las escaleras, por cada peldaño que piso una lagrima cae. Escucho risas y me detengo al darme cuenta de que esto es una mala idea, no quiero interrumpirlos pero necesito un abrazo y lo más cercano a Abby es Nikki. Toco la puerta que es abierta por Nikki y yo solo lloro más, me abraza. Sam se da cuenta de mí.

―¿Qué pasa? ―pregunta Nikki preocupada.

Yo ahora lo que más quiero es tener a Abby conmigo, ella sabría que decir y hacer. No respondo porque el nudo en mi garganta no me lo permite. Se que Sam esta incomodo pero debe intuir que es por Connor. Me sientan en la cama y Nikki limpia mis lagrimas que no dejan de caer por mi rostro. Sorbo mi nariz. Soy una tonta pero no por llorar por culpa de él, es por no poder ayudar a alguien que te importa, eso te hace sentir impotente y mucho más por alguien que no quiere ser ayudado.

―Connor fue ¿no?

Asiento.

―Yo de verdad lo intento, pero jamás me va a dejar entrar.

―El 22 de septiembre es su cumpleaños ―Sam se pone a mi lado y me abraza―. Solo son estos días. No te lo tomes personal.

Yo sé que es otra cosa.

» Nadie sabe qué fue lo que le paso en esta fecha, pero es su cumpleaños, nunca se lo ha contado a alguien.

Asiento pero eso no quita la angustia que siento en mi pecho, es algo que me dice que no es nada bueno para él.

―Se perfectamente eso, yo lo entiendo. Lis me dijo que no eran buenos días para él y él también me lo dijo pero...

―¿Pero?

―Es un presentimiento. Solo he sentido esto una vez en mi vida y perdí a Abby.

Sam mira a Nikki.

―Él estará bien, sabe cuidarse. ―eso no sirve mucho para tranquilizarme.

Asiento aun así, quizás sea solo una tontería. Tía Helen entra con tres tazas de chocolate caliente, creo que se dio cuenta de que era una pena de amor.

―¿Qué fue lo que paso? ―pregunta Sam cuando tía Helen se va.

―Estábamos con Zack, que está muy lastimado, no se veía nada bien, tiene puntos en su ceja y labio, uno de sus ojos morados. Le pregunte que le había pasado ―me callo y yo realmente no me trago esa historia, más si Connor no bromeo conmigo sobre ello.

EL PRIMER LATIDO © | #SagaLatiendo (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora