El comienzo (Segunda parte)

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Capítulo XXI: El comienzo (Segunda parte)

Connor

Se sienta a mi lado esperando que hable. Solo nos quedamos en silencio. Choco su hombro con el mío con una sonrisa en los labios. Recuerdo que siempre nos vemos en un lugar similar.

—Me da gusto que estés aquí —le digo viendo como los columpios se balacean con el viento.

El lugar esta tan solitario a estas horas de la madrugada que me hace sentir tranquilo y tengo que madrugar, pero heme aquí, invirtiendo horas para lo que yo creo que es una justa causa.

—A mi también —choca con mi hombro—. Te llamé todas la veces que pude, vivir lejos lo dificulta todo.

Sonrío.

—Siento lo de antes, no quería sonar tan frío, pero como que me sale natural.

Si, como dije miento muy bien.

—Igualmente. Espero que sigas actuando bien —ríe lo que me alegra porque no es idiota—. Ella es linda.

—Si y no quiero que sea parte de esto.

—Veré lo que puedo hacer.

—Jamás pensé que ella llegaría a mi vida, pero haré lo que este en mis manos para que nada la implique, ni a nadie que quiera, eso te incluye al igual que Fénix, Mini Wolf.

Sonríe de lado y asiente.

—Todos hacemos lo necesario por los que queremos, lo entiendo, yo tampoco quiero que les pase algo a mis seres queridos. Muy bien sabes que tengo a alguien a quien proteger.

Asiento.

—¿Cómo esta?

—Perfecta y espero verla pronto.

—¿Cuánto le falta?

—Cuatro meses y espero estar allí.

—Haré que estés ahí. —le aseguro.

—No lo esperaba, pero es la mayor ilusión de mi vida. Ese bebé no pasara lo que nosotros.

Frunzo el ceño.

—No permitiré que otra generación pase por ello —respiro hondo—. ¿Tienes algo?

—Por eso te llame. Tiene un nuevo envío para unos días y mañana tiene una reunión o eso escuche.

Genial.

—Enviaré a alguien que fotografié la transacción y dejemos que la reunión se concrete. No te preocupes, por ahora eres el único cerca de ellos y necesito que te quedes ahí.

—De acuerdo, Blake me ayuda, pero no sabe que soy tu topo, cree que trabajo para Little fox y eso lo tiene entusiasmado.

Sonrío. Nadie sabe para quien trabaja.

—Nadie puede saber de ti y de mi.

—No te preocupes, yo también quiero destruirlos.

Si, nadie se ha salvado de ellos.

—Sabes como contactarme, debo hacer cosas mañana.

—Si, yo también.

—Y cuídate.

Nos despedimos y lo abrazo demasiado fuerte, diciéndole lo mucho que le agradezco que este aquí y que lo extrañe, me sonríe en respuesta y luego cada uno se va por su lado.

Entro a la casa y me voy directo a mi habitación donde medito todo mi plan y todo lo que he hecho durante todo un año. Trabajé duro para poder llegar hasta aquí.

EL PRIMER LATIDO © | #SagaLatiendo (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora