La cena y algo más

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Capítulo XX: La cena y algo más.

Connor

—¿Lista?

—Si, aunque nerviosa, la única vez que he visto a tus padres fue en la cena y tu y yo no éramos nada.

Sonrío porque es cierto y no voy a negar que yo también estoy un poco nervioso, nunca les he presentado una chica a mis padres.

—Okey. Entonces... Vamos.

Asiente. Dejo que camine ella y veo como le queda ese vestido de niña buena que deja ver sus espectaculares piernas. Si quiere dejar una buena impresión, lo va a lograr y les encantara, parece un ángel. Trago saliva mientras mi mirada recorre su cuerpo en ese vestidos color azul cielo ¿Y converse? Negras. Es chispeante y divertido. Es una princesa.

—¿Te me vas a quedar viendo como un idiota o me vas a llevar a tú casa? —me pregunta sonriendo, ladeando su cabeza hacia un lado.

Eso no es de princesa y me hace pensar seriamente que tiene una doble personalidad o quizás es como yo. Sonrío mordiéndome el labio y suspiro al final.

—Quizás me quede viéndote.

—¿Me vas a abrir? —se muerde el labio.

Corro a abrirle la puerta del Mustang y rápidamente me doy la vuelta para subir. Conduzco y nos llevo a mi casa, donde ya están todos. Dan pone música en la radio donde suena una canción que hace mucho no escuchaba.

—No te comas las uñas.

Se sobresalta cuando le hablo.

—Lo siento, es que estoy nerviosa.

Sonrío mientras ella deja sus manos en su regazo. Niego con la cabeza porque comienza con su labio, como si no fuera mi victima diaria. Llegamos a mi casa y respira profundo. Tomo su mano antes de bajar, no quiero que se asuste.

—Ya los viste una vez, son agradables. Les caerás bien. Te van a adorar. —le digo besando su mano.

Se acerca y me da un beso corto en los labios.

—Gracias por tratar de calmarme, aunque no esta funcionando —me hace saber soltando una risita—... pero lo aprecio mucho.

La beso pero esta vez lo llevo a otro nivel, la pongo encima de mi. Mi manos suben y bajan por sus muslos, sin llevarlo demasiando lejos. Nos besamos unos cuantos minutos, ya que el aire se nos va y nuestras respiraciones son agitadas.

—Creo que alguien despertó —me susurra juguetona con su cabello cayendo por sus pechos y su rostro.

Rio a carcajadas esta vez y recuesto mi cabeza en la cabecera del asiento para verla y para poder tranquilizarme, y si, despertó todo en mi. Sus ojos verdes están dilatados y eso me calienta mucho más.

—¿Estas más relajada?

—Si, gracias. —me besa el mentón y los labios muy lentamente—. Te deseo..., mucho.

Sus palabras son una tortura en este momento. Acaricio sus labios, delineándolos con mis dedos, son tan comestibles y deseables. Yo también la deseo. Posa su boca de nuevo en la mía y muerde mi labio, sabiendo lo que eso provoca en mi.

—Te quitaría ese vestido aquí mismo, pero me temo que nos están esperando.

Me sonríe y asiente. Abre la puerta y sale, salgo después de ella. De nuevo se esta mordiendo las uñas de los dedos.

» Voy a tener que hacer algo con ese habito. —la abrazo por detrás y caminamos hacia la casa a paso lento—. Están haciendo pizza a la orden, como quieras, con lo que quieras.

EL PRIMER LATIDO © | #SagaLatiendo (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora