Te amo

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Capitulo XXXVIII: Te amo.

Connor

Llevo todo el día con un nudo en el estómago, siento que desfalleceré donde no he comido nada. Hoy cumplimos tres meses de ser novios, es bastante para mí, más cuando las cosas han estado tan tensas.

Hoy pretendo hacer algo increíble para ella, me gusta hacer todo en grande, creo que es muy obvio ya. Me gusta esa sensación de ver lo que quieres, ser feliz, quiero ver sus ojos cuando se abran por la sorpresa y brillen de emoción. Debería decirle lo mucho que la amo y todo lo que he guardado durante el tiempo que llevamos juntos, aunque no lo he pensado muy bien, creo que me da terror lo que pueda decir. Hace dos meses le dije que la quería, pero en realidad, yo ya la amaba.

Conduzco hacia su casa donde me espera porque iremos a cenar a un restaurante nuevo. Luego iremos a mi bar y luego iremos al club que aún no se encuentra abierta, pero quiero que vea mi sorpresa. Estaciono el Aston Martin fuera de su casa y salgo para tocar a la puerta. Me abre Mary con una sonrisa enorme la cual le regreso.

—Hola, Mary. —paso dándole un beso en la mejilla—. ¿Aún no está preparada?

Suspira mientras niega como diciendo que su hija no tiene solución.

—No. Pero sube. Tengo que ver la cena en el horno.

—Está bien.

Se va dejándome solo pero una vez no la veo subo de dos en dos las escaleras que me separan del amor de mi vida. Estoy loco pero así lo siento. Con ella quiero pasar el resto de mi vida. Quiero una familia con ella y esos pensamientos definitivamente me intranquilizan, pero sin ellos tendría un gran vacío en mi pecho, es algo que no se puede explicar sino más bien sentir.

Su puerta está abierta y ella de espaldas a mí, me apoyo en la puerta mientras la observo sin hacer ruido. Trago saliva al verla deslizar un vestido de color rojo de seda por sus brazos y luego por su espalda, notando que no lleva sujetador. Vaya, no podré sacar estos pensamientos de mi mente esta noche. Trago saliva nuevamente y suelto un suspiro llevando mi mano a mi corazón.

¡Dios! Es como si verla doliera.

Ella es perfecta y más cuando puedo ver sus pequeñas braguitas de color negro de encaje cuando el vestido cae sobre sus caderas y cubre su culo.

» ¿Puedo pasar? —pregunto con la voz ronca.

Se da la vuelta y me regala la sonrisa más hermosa de todas, esa que me dice que me ha extrañado. Es martes, pero aun así quise llevarla a cenar, no me importa que sea un día de semana, es nuestro día.

—Hola. —sonríe más aún y no sé si eso es posible, pero lo hace.

—Hola, princesa. Me diste el mejor regalo de todos —arquea sus cejas y que quiere saber a qué me refiero, pero con lo que vi me siento afortunado—. La vista es increíble.

Se sonroja. Me da un beso casto en los labios.

—¿Cuántos tiempo has estado ahí?

—El suficiente —deslizo mis manos por su espalda y subo el cierre del vestido—. Me gusta tu vestido.

—Lo sé, a mí también.

Rio.

—¿Ya estás?

—No. Dame un segundo. —corre en dirección al baño y niego mientras la observo correr por todos lados buscando algo.

EL PRIMER LATIDO © | #SagaLatiendo (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora