Principio de un fin

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Capítulo XXII: Principio de un fin.

Connor

Hoy es 21 de agosto, es el cumpleaños de Dan y sé muy bien lo que significa, y no lo aguanto, es en serio.

Nikki, lo sé, ¿Sabes que son las siete de la mañana? Yo entro a las nueve, por lo menos tenía una hora más para dormir. —gruño bostezando.

Ni siquiera he abierto los ojos aún. Solo escuché el grito de la voz de Nikki y supe que era ella.

—Oye, yo solo quiero que este feliz hoy, no quiero verla triste y tú sabes que hagamos lo que hagamos, lo va a estar de igual forma.

Suspiro porque lo sé, sé que es un día triste. Se que no va a estar de ánimo para nada.

Te prometo que lo haré memorable ¿Okey? Tu solo encárgate de su fiesta del sábado.

Está bien. Duérmete.

Rio porque es un dolor de culo.

Okey y no me llames en las mañanas ¿Es mucho pedir, mi dolor de culo?

—Si porque perdería el apodo.

Rio de nuevo y me despido de la odiosa de Nikki. Suspiro ruidosamente y hago un berrinche colocándome un almohada en la cara para gritar. Ya no puedo dormir así, me levanto temprano. Me baño y salgo de casa, pero antes de subir al Mustang decido enviarle un mensaje a Dan.

"Hola, nena. Buen día y feliz cumpleaños. Te extraño. XXXX..."

"Hola, gracias. Para ti también. Mis padres me regalaron un pastel de chocolate. Tu regalo tiene que ser mucho mejor. XXXX... <3"

"Espero que sea mucho mejor, pero viene con daños"

"¿Es lindo?"

"No lo sé"

"Si viene de ti, supongo que lo es"

"Te veo luego"

"Te espero"

Me subo al Mustang y me voy a la universidad. Al llegar la veo sentada en el césped, en el árbol que ocupo para dormir de vez en cuando. Tiene dos libros abiertos, cambio de dirección para que no me vea y poder sorprenderla por detrás. Me acerco con mucho sigilo, me inclino para ver que lee, pero entiendo mierda lo que dice. Tapo sus ojos con mis manos logrando que se asuste y de un grito.

—Conozco perfectamente esas manos, Connor.

—Ya lo creo. Y ellas te conocen muy bien también. Aun te recuerdan.

—Eres un pervertido.

Me siento a su lado. Me mira y yo a ella, pero no hago el paso a seguir, aunque me muera de ganas, no la beso. Me frunce el ceño y sus labios. Yo miro a mi alrededor mientras me asesina con la mirada.

» ¿No me vas a besar?

—No lo sé. —trato de no reír.

—¿En serio?

Me rio y me acerco a ella, pero se niega.

» Primero quiero mi regalo.

Tomo su mano y la guío a mi pecho.

—Lo sientes —trago saliva porque esto se me está yendo de las manos. Asiente con los ojos bien abierto y sé que también está conteniendo la respiración—. Es tuyo. Te dije que estaba un poco dañado y no se aceptan devoluciones.

EL PRIMER LATIDO © | #SagaLatiendo (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora