EPÍLOGO
Nadie sabe cuándo morirá, pero ahora mismo tengo el presentimiento de que no lo lograre. Toso sangre de nuevo y caigo a un lado porque mi cuerpo no reacciona, mi visión se nubla más, lo único que se con exactitud es que no la veré más, las lágrimas son inevitable por el dolor en mi corazón porque físicamente no siento nada.
Todo es tan oscuro y creo será así para siempre.
Un día antes...
Reconozco que pensé que todo había acabado, pero me equivoqué nuevamente. Solo será un paso necesario y todo será como antes. Dan me sonríe y lo juro, extrañaba mucho tenerla así conmigo, sin el temor de por medio.
―Al fin juntos de verdad. ―sonrío y la beso.
Estar en casa de mis padres me alivia. Ellos no están aquí, pero vienen en camino desde Boston. Ha pasado un mes desde la muerte de Zack. Una semana desde que me gradué. Les dije que todo acabo, hace una hora que Ian me dio la noticia de la muerte de Thomas. Encontraron sangre, mucha sangre de Thomas cuando lo delataron.
―Por siempre princesa. Pero tengo que ir a Nueva York a testificar en contra de Damián, Thomas y sus hombres. Ian dijo que será lo último que haga para ellos y me dejaran libre.
Suspiro y rio. Seré libre al fin.
―¿Por qué ríes?
―Porque me siento a salvo, creo que hace mucho no me sentía tan tranquilo. Ya no temo perderte por alguna estupidez.
―Vamos, ven.
Me toma de la mano y me guía a las escaleras. Tras pasar por todas las habitaciones llegamos a la mía. Extrañaba mi casa, mi hogar. Se sienta en la cama y me sonríe. Me quito la camisa bajo su atenta mirada, pasa una de sus manos por una cicatriz aun de color rojiza de una bala que casi me mató, pero valió la pena por salvarla.
―Lo haría mil veces porque te amo con mi vida.
―Y yo casi muero también.
Levanta sus brazos para que quite su camiseta lo cual hago con mucho placer. Se recuesta en la cama. Arquea su espalda para que la levante más arriba, es tan natural hacerle el amor, siempre es divertido, pero saber los pasos siguientes no lo hace menos satisfactorio. Siempre me volverá loco su cuerpo, la expectativa siempre estará. Respiro hondo mientras aspiro su aroma.
Beso su vientre mientras bajo para quitar sus jeans, con mucho cuidado me ocupo de desvestirla. Cuando se queda solo con la ropa interior sonrío al verla morderse el labio esperando. Tres, cuatro o incluso cinco segundos me quedo anhelándola. Disfruto la vista como si fuera la última vez.
―Eres tan hermosa.
Sonríe aún más. Debo decir que espere mucho por este día en el que acabara todo, pero aún más tenerla de esta forma entre mis brazos. Mi capacidad de pesimista nunca vio este lado, ese vio dolor y una vida sin ella. Me quito la ropa que me queda y la desnudo por completo, deleitándome con cada centímetro de su piel, grabándola en mi memoria.
Miro a sus ojos verdes muy abierto esperando mi próximo movimiento. Entrelazo nuestras manos y me deslizo dentro de ella. La beso hasta que siento que estamos unidos por completo. Sonrío al ver sus lágrimas que sé que son de felicidad porque creo que estoy igual de emocionado y feliz.
» No llores, princesa.
Sus brazos toman mi rostro para verme fijamente.
―No lo puedo evitar. Te amo y soy tan feliz ahora mismo.
Le hago el amor como nunca lo he hecho con ella antes, hoy le entrego más que mi corazón, alma, le entrego mi vida que de alguna forma es todo lo que tengo. Quisiera dormir y despertar junto a ella todos los días de mi vida. Quiero muchas cosas con ella. La envisto una última vez derrumbándome sobre ella.
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EL PRIMER LATIDO © | #SagaLatiendo (Libro #1)
JugendliteraturConnor es un chico de 20 años pronto a cumplir los 21 años. Un chico normal a la vista de todos, pero con una doble vida que comienza a crecer. Todo comienza a tomar un rumbo excitante, aunque desconocido para él. La familia, la maldad del mundo y t...