Un sueño por realizar

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Capítulo XVIII: Un sueño por realizar.

Connor

—¿Qué fue eso? —la voz de Dan entra por mis tímpanos demasiado fuerte y me molesta.

—Nada.

—Lo estabas amenazando. —afirma.

Me subo al Mustang sin decir nada. Esta me las paga, es un hijo de puta. Dan se sube y me mira esperando una explicación, pero no se la daré. Decido llamar a Dylan, sin verla porque no quiero pelearme con ella de nuevo, suficiente fue con lo ayer.

—¿Por qué mierda no me dijiste que también estaba aquí?

—No sé de qué me estás hablando.

—Del idiota dos.

—¿De Preston?

—Si, de él.

—No sabía que estaba aquí. Voy a averiguar, te llamo luego.

Corta la llamada y doy un gran suspiro ¿Por qué me pasan estas cosas a mi? Arrancó el auto y nos llevo al único lugar tranquilo que me calma. Dan no dice nada, pero sé que me preguntara y también sé que está enfadada. No tengo una puta idea que decirle. No puedo creer que me estén haciendo esto. Odio con el alma a Damián, está empeñado a cagarme la puta existencia.

—¿Cómo conociste a ese chico?

—Llegó hoy, creo que tenemos las mismas clases —me responde molesta—. ¿Por qué lo amenazaste?

—No quiero que hables con él.

—¿Que? —me pregunta incrédula.

—Lo que escuchaste, no quiero que te acerques a él. No me agrada.

Rueda los ojos.

—A mi si, y no tienes ningún derecho a elegir de quién puedo o no puedo ser amiga.

—Puedes ser amiga de quien quieras, pero no de él.

—¿Por qué?

—Porque no.

—Esa respuesta no me basta.

—¿No viste sus ojos? —le pregunto, miro el camino y me estaciono en la orilla de la calle.

Necesito aire. Salgo y me siento en cuclillas detrás del auto. Dan baja del auto también y me observa. Se agacha a mi altura. Nos vemos a los ojos. Nunca sentí tanta conexión con alguien en mi vida.

—¿Qué viste tu? —me pregunta—. Dame una razón suficientemente inteligente como para entender.

—Él no es bueno.

—¿Sabes que vi yo, Connor? Te vi a ti.

Esas palabras me dejan helado, pero no lo negare. Claro, a él también le hicieron lo mismo que a mí y a Dylan, aunque yo fui el más pequeño solo con cinco años, a ellos, a todos los Vólkov le hacen lo mismo solo que a la edad de doce años. Nos dejan vivir a nuestra suerte para fortalecernos.

—Entonces también deberías alejarte de mí.

Se sorprende al escucharme. Si, también puedo ser muy dramático.

—No lo haré. No eres malo.

—Él si.

—¿Cómo sabes eso si no lo conoces?

—Solo confía en mí. Te lo pido, te lo ruego, no te acerques más a él a ninguno de ellos.

—No entiendo porque quieres eso ¿Es porque estás celoso?

EL PRIMER LATIDO © | #SagaLatiendo (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora