Primer día de clases

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Capítulo XVI: Primer día de clases.

Connor

Hay días en los que no quiero despertar, solo por el hecho de que la pereza me gana. Diablos, sé que a todos les pasa, pero a mí solo me pasa cuando me tengo que despertar temprano, más o menos como a las siete de la mañana. Ahora mismo estoy entre levantarme o aplazar la alarma de nuevo.

¡Connor! —grita mamá.

—Mamá tengo 20 años, próximo a cumplir 21, no tienes que despertarme —me quejo abriendo un ojo para verla.

—Lo sé, pero siempre serás mi niño, al igual que Zack, que ya lo desperté, por cierto —menciona desde mi puerta—. Levántate o vas a llegar tarde.

Gruño. Me levanto contra mi voluntad, para darme una ducha y sacar el sueño de mi sistema.

—Este es tu último año, Connor —me digo a mí mismo viéndome en el espejo.

No es que no me guste ir, en realidad amo en lo que me voy a convertir y ser economista es algo con lo que nací, se manejar esas cosas, la contabilidad y todo eso, pero jamás ha sido lo mío levantarme temprano para ir a clases, creo que soy un ave nocturna.

El agua caliente cae sobre mi espalda tensa y poco a poco se va descontracturando gracias al calor, subo mi cabeza para que el chorro de agua llegue a mi rostro y moje mi cabello. Me enjabono el cuerpo y lavo mi cabello rápidamente.

Al terminar tomo una toalla y la coloco sobre mis caderas para buscar que ponerme porque hoy no quiero afeitarme. Unos jeans y una camiseta azul son más que suficiente, la verdad es que no me preocupo mucho por cómo me veo, no es por presumir, pero no es necesario. Tomo mi chaqueta de cuero, mis llaves, celular y mochila para bajar a desayunar. Además de una gorra y mis lentes.

—Buenos días, hijo. —dice mamá desde la cocina.

—Hola, buenos días —saludo a todos entrando a la cocina sentándome en la mesa al lado de papá.

—Buenos días, hijo —me saluda papá que lleva un traje gris para ir al despacho—. Este es tu último año.

—Si, gracias a Dios —agradezco eso mientras me hago una tostada.

Me mira divertido y niega.

—Ay, Connor. Jamás te gustó el colegio y creo que menos la universidad. Lo irónico es que eres muy bueno en ello.

Lo sé, pero ese soy yo —digo comiendo con la boca llena y sonriendo, me encojo de hombros—. No me pueden cambiar.

—Pero Dan ya lo está haciendo —comenta Zack con una sonrisa burlona.

—Cállate, enano. Ella no me está cambiando —me defiendo, sé que estoy mintiendo, pero es solo algo que todavía no quiero aceptar.

Mis padres ríen.

***

Conduzco con la música a todo volumen, tarareo al ritmo de Kodaline con la canción The one. Siempre soy el centro de atención, no me molesta ni me importa, solo llegar en mi auto hace que eso pase, Connor y Sami son conocidos por ser unos cabrones de mierda por hacer que Jons se vuelva un puto gruñón con todo el mundo. La mayoría sabe quién es el único que llega con la música así de fuerte un lunes por la mañana, y ese soy yo.

Este es un ritual para quitar de mi la melancolía de dejar mi cama tan temprano. Juro por Dios que para mí es un sacrificio todo esto. Todos los nuevos se voltean a ver quién es el rarito de la música alta.

EL PRIMER LATIDO © | #SagaLatiendo (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora