La primera cita

43 1 0
                                    

Capítulo XII: La primera cita.

Dan.

Mi corazón está a punto de explotar, literal, es como si latiese más fuerte y rápido. Debo confesar que jamás se había acelerado tanto por alguien, no sé si son las hormonas que lo revolucionan todo o solo es un sentimiento más profundo, pero de lo que, si estoy segura, es que todavía puedo sentir sus labios suaves, húmedos y carnosos sobre los míos o también puede ser que todavía están ardorosos e inflamados.

Ha sido por mucho el mejor beso de mi vida. Muerdo mi labio con una sonrisa estúpida en el rostro, incluso hago esta cosa estúpida de bailar en pleno recibidor.

Le agradezco a dios que hayan llegado mis padres a tiempo. Tapo mi rostro negando con cabeza por la cosa estúpida que estuve por hacer. No sé lo que habría pasado, juro que no podía detenerme, era como si cada célula de mi cuerpo pidiera más de él, estar más cerca de él.

Suspiro fuertemente mientras me derribo sobre la puerta de la entrada mordiéndome las uñas por lo nerviosa que me siento por sentir esto. El huracán en mi estomago no me dejará dormir.

—No te comas la uñas —me reprende mi madre bajando las escaleras—. ¿Ya se fue?

—Aja... —balbuceo aun eufórica.

Suelta una risa de esa que dan las madres , como diciendo adolescentes. Va hacia la cocina por lo que me levanto del suelo y la sigo, necesito un vaso con agua para apagar el fuego.

—¿Cuánto llevan saliendo? —pregunta sirviéndose un vaso con leche.

—No salimos —le respondo sacando un vaso de unos de los gabinetes.

—¿Y qué fue lo que vimos con tu padre?

—Un beso.

Se me queda viendo como si no entendiera la juventud de hoy, que es lo más probable que piense ahora.

» El mejor beso de mi corta vida —murmuro.

—Un beso que llevaba a otra cosa —menciona sentada en la isla.

—Fue solo un beso, que yo lleve hasta ese punto. No lo estoy defendiendo ni nada, fuimos ambos. Es solo que me gusta mucho. Te juro que no me podía detener y besa tan bien.

» Mierda, mamá, jamás me habían besado de esa forma, tomado todo y entregándolo todo. Nunca había sentido algo así con nadie —mi madre ríe porque solté casi todo entre suspiros y sonrisas—. Además es tan idiota a veces ¿Por qué me gustan los chicos así? ¡Dios! No podía ser uno normal, con una vida normal.

Me siento al lado de mamá y me abraza, siempre nos hemos llevado bien, ella es como mi cómplice en todo, al igual que lo era Abby.

—¿Qué hacen eso platos en el suelo? —pregunta extrañada.

Rio ante eso.

—Le di comida a Connor —digo mientras lo busco, me mira confundida—. Es un gato, uno que me dio Connor para que cuidará, por eso vino y pasó eso.

—Oh... ¿Y cómo es?

—¿El gato? Es blanco de ojos azules —sonrío al recordar lo que dijo Connor de él—. Se llama Connor también, es muy lindo y cariñoso porque lo que sé es igual al dueño. Estaba conmigo en la sala y se perdió por ahí.

—¿Qué te dijo después del beso? —pregunta muy curiosa.

—Que quería ir al cine o hacer algo mañana.

—¿Una cita? —asiento mordiéndome el labio—. Entonces le gustas de verdad.

—Yo creo, es que él es tan complicado ¿Sabes que no me hablo en una semana? Ahora viene y me besa sin más, me dice que no pudo sacarme de su cabeza en todo el tiempo en que no me vio. No lo logro y me cuesta a veces entenderlo.

EL PRIMER LATIDO © | #SagaLatiendo (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora