Capítulo 1: Cambios - VIII

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02.47 hs.

Narra Ecko:

Era de madrugada, luego de la cena, la mayoría ya se habían ido a dormir. Unos médicos revisaron a mi madre y le dieron el alta. Nos instalamos en la habitación temporal y tanto ella como mi abuela se acostaron también. Fue un día muy largo. Estaba junto a Braian, Lit y Wos esperando en un pasillo del hospital.

   — Ya pasaron más de cinco horas, cómo pueden demorar tanto? pregunté frustrado. Nicolás se había desplomado y desde entonces no sabía nada de él. Averiguamos dónde lo atendían y apenas nos dejaron entrar al piso. La seguridad parecía muy alerta y el personal entraba y salía constantemente.

   — Calmate wacho, si demoran es porque lo necesitan. Vos viste lo que es este hospital? O lo salvan o lo salvan. me decía Lit con una sonrisa, intentando tranquilizarme.

   — Igual no entiendo por qué no nos dejan pasar. Fue un desfile de gente esto, y nosotros acá como unos banquitos. dijo riendo Wos, intentando ocultar sus nervios.

   — Tenés razón, pasó banda de gente. Estará bien? No puede morirse loco, no después de todo lo que hizo. ahogué un sollozo. La puerta se abrió nuevamente. Un chico rubio de ojos grises pasó a nuestro lado, su mirada era seria, pero esbozó una sonrisa amable al vernos.

   — Ese es Agustin no? El del aire? preguntó curioso Lit.

   — Si, el Quinto del Aire. Es raro saber tanta mierda de la nada. Es como si nos hubiesen metido un pen drive y nos llenaron de info. respondió Wos, siguiendo con la mirada al chico..

   — Me perturba saber que hay tanto ahí afuera. Somos diminutos. Dioses? Otros planetas? Man, esto parece cualquier cosa ya. Falta que nos digan que Mirtha es inmortal en serio. dijo bromeando Braian.

   — Boludo, más me preocupa esto de los Quintos. Mejor dicho, me intrigan. Parecen unos pibes como nosotros pero son re viejos. Y pareciera que están por encima de todo. continuó Wos.

   — Son algo raros la verdad. Pero viste como terminó Nicolás? Estaba hecho pija. — decía mientras otra vez la frustración volvía a mí.

   — Cualquier otro estaría muerto con todas esas heridas, pero él siguió por nosotros, y salvó a tu vieja. Nos trajo a un lugar seguro antes de caer. Va a estar bien gil, si alguien lo aguanta, es él. — Wos en serio sabía reconfortar a la gente.

   — Bueno, yo me voy yendo, ya no doy más del sueño. — sentenció Lit mientras se levantaba. — Pero eu, tranquilos, descansen. Cuando se sepa algo nos van a decir. Nos vimo en Tokio.

05.33 hs.

Narra Ecko:

Wos estaba medio dormido apoyado en mi hombro y Braian se había ido hacía un rato, los primeros rayos de Sol asomaban en el horizonte. Me sentía agotado, pero no lograba dormirme. Ese chico salvó a mi madre, nos salvó a todos. No logro dejar de preocuparme. La puerta se abrió una vez más, luego de varias horas.

   — Siguen acá gurises? No creí que aguantaran tanto. Agustín me avisó hace un par de horas que estaban ahí. Todavía no podían pasar, pero ahora sí. — nos decía Victoria en un tono amable.

Nos guió por un blanco pasillo hasta la última habitación. Varias figuras se posaban a los lados, con la espalda contra la pared. Algunos con armaduras, otros parecían soldados y otros tenían largas capas blancas cubriendolos. Armados, todos armados.

   — Lo protegen bien al nene, no? — preguntó Wos frotándose los ojos, mientras caminaba junto a mí.

   — Son la guardia personal. Los mejores tiradores, combatientes, magos, brujos, etcétera. Unos cincuenta para cada Quinto. — contestó la morocha encogiéndose de hombros. — Obviamente están acá por protocolo más que por otra cosa. Este lugar es el más seguro de todos.

   — Por favor, decime que está bien. — solté sin más. La frustración me había consumido.

   — No. No está bien. — respondía en un tono serio Victoria. — Gastó demasiada energía, mucho más de lo normal, y se dio el lujo de recibir semejantes heridas. — continuó, vi una lágrima rodar por su mejilla, estaba preocupada en serio. — Es un idiota, tendría que haberme esperado, lo habíamos planeado juntos. Y ahora, está en coma. Ninguno de los Quintos podemos comunicarnos con él, sentimos el vacío en nuestra mente. La última vez que pasó algo así, Emiliano tardó casi un siglo en despertar.

Sentí una inmensa presión en el pecho cuando dijo eso, mientras que Wos abrió con terror sus ojos. Se supone que son seres inmortales, los más poderosos, y verla acá preocupada como si fuera una piba de veinte años, tal vez sean milenarios, pero en este momento, tiene el mismo miedo que nosotros.

   — No puede ser, no puede ser, no, no, no.. — me repetía mientras apuraba el paso.

La desesperación se apoderó de mí, en cuando lo vi ahí, acostado, envuelto en vendajes extraños. Algunas runas surgían de ellos, y otros símbolos, egipcios, creo. La camilla donde reposaba estaba llena de un líquido celeste casi transparente el cual emitía un leve resplandor, que cubría la mitad de su cuerpo. Varios cables lo rodeaban, conectados a su pecho, brazos y piernas.

Narra Wos:

La escena era preocupante, ver al chico que nos defendió con todo en ese estado, era insoportable. Victoria nos explicaba que habían probado con todas las técnicas médicas disponibles, tecnología, magia, hasta lo habían expuesto a radiación para ver cómo reaccionaría el cuerpo, pero nada. No obtenían ni una respuesta. Ecko se sentó al lado de la camilla y tomó su mano, apoyó su cabeza contra el borde y se quedó dormido entre lágrimas, esto le estaba afectando demasiado.

   — Creo que sintió de cerca que Nico caiga. — dijo Vic a mi lado, tenía un semblante serio, aunque su mirada desprendía lástima. — En todo lo que piensa es que se ponga bien.

   — Sí, mucho, con el tema de la vieja y todo eso. Nico venía aguantando bien hasta que lo sobrepasaron. Después nos salvó a Mati y a mí, pero cuando lastimaron a la vieja de Ecko, todo se puso raro. — continué mientras la morocha me observaba detenidamente. — Cuando todo se pintó de azul y le salieron esos tatuajes, parecía de otro mundo.

   — Le decimos Frenesí Primigenio, es lo que pasa cuando estamos al límite y tenemos que sobrepasarlo. Básicamente es cuando liberamos nuestra energía primordial, lo que fuimos al inicio de todo. — acotó Victoria mientras miraba a Ecko y Nico. — Es raro que haya llegado a ese punto.

   — Por qué lo decís? No estaba en su límite todavía? — cuestioné intrigado.

   — Estaba cerca, y cuando se interpuso entre la lanza y Mati, casi cae, pero eso no activó el Frenesí, fue ver a la madre de Ecko herida. — respondió la morocha pensativa. — El Frenesí se activa por dos razones, estamos al límite, como te había dicho, o cuando nuestras emociones pierden el control. No sé por qué la muerte de la madre de Mati lo puso así, pero también gracias a eso logró salvarlos.

   — En serio son poderosos no? Digo, nunca imaginé que alguien con todas las heridas que tenía pudiera seguir peleando así. — necesitaba saber más de estos pibes.

   — Sólo lo necesario, nuestro trabajo es mantener el Equilibrio. Según qué tan desbalanceadas están las cosas, la cantidad de poder que podemos liberar. Pero de eso ya podemos hablar otro día. Vayan a dormir que es tarde y mañana arranca la transición. — dijo Victoria mientras se acercaba a Ecko, hizo un ademán para despertarlo, pero antes de tocarlo se detuvo en seco. — Em, creo que mejor lo dejo dormir acá, no tiene sentido despertarlo. Te acompaño a tu habitación? — me dijo la morocha dirigiéndose a la puerta.

Asentí y dejamos el hospital. El complejo era inmenso, sin importar a donde mirara, había alguna sorpresa. Altos edificios, unas naves levitaban entre ellos, en la multitud destacaba alguna piel azulada y verde. Este mundo tiene mucho para dar, y quiero descubrirlo.

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