28 de Diciembre de 2019.
19.26 hs.
Narra Ecko:
Me dirigía hacia la habitación de Nicolás para visitarlo. Por los pasillos me volvían recuerdos de la velada de anoche y una sonrisa de tonto se me dibujaba automáticamente. Monzón realmente se había esforzado en arreglar las cosas, y la verdad es que lo logró. Ingresé en la habitación del Quinto, que observaba unas pantallas, aún atado con las cuerdas de luz.
— Eu, que onda Eckito? — preguntó con una sonrisa, que luego cambió a una mueca de curiosidad, había notado mi cara de bobo. — Opa, vos mojaste anoche, no? — soltó sin más, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.
— E-eh, no, qué decís? Nada que ver. — respondí medio atragantado, sentía el calor en los cachetes, sabía que estaba colorado así que dirigí mi vista a la ventana.
— Y yo que pensé que sólo Lit se ponía así de rojo. — soltó entre carcajadas. — Se te nota en la cara gil, estás contento. Además, Vale ya me puso al tanto y sé que te fue a ver anoche.
— Bueno si, se quedó conmigo anoche y se disculpó por lo de las últimas semanas. — contesté, aún avergonzado. Hace tiempo no me ponían así. — Cenamos y bueno, pasó.
— Bien ahí, se ve que sabe disculparse bien el Sin Pilas. — agregó el Quinto con una sonrisa. — Al menos ya tenés algo más para meterte en la cabeza más que preocuparte por mí. — Continuó. — Eu, si te pido un favor me ayudas? — soltó al final.
— Em, si claro, qué precisas? — respondí curioso, ¿Por qué necesitaría mi ayuda?
— No le avises a nadie, prometemelo. — dijo, y sacudiéndose un poco, las cuerdas que lo rodeaban se tornaron azules y se desvanecieron. Yo lo miré estupefacto y asentí nervioso. — Bien, vamo'.
Acto seguido chasqueó los dedos y un haz de luz me rodeó. Cuando mi vista se acomodó vi que estábamos en una sala algo pequeña, con un gran ventanal hacia otra muchísimo más grande, y con unas cuantas pantallas y botones contra este. El Quinto se apresuró a tocar algunos, acomodó algunas cosas y una puerta se abrió, por la que ingresó rápidamente y cerró detrás de él.
— Ya se dieron cuenta, cubrime un rato. — soltó entre risas antes de ingresar.
Pocos minutos después entró Victoria hecha una furia con otras dos chicas vestidas de uniforme. El par se dirigió directamente a la consola pero tras unos segundos de frustración se rindieron, observando a la Quinta a mi lado y negando con la cabeza.
— Sos un pelotudo, dos días te pedí que te quedaras a descansar. — gritó Vic luego de tocar un botón cerca de la puerta. — Te convenció de que lo ayudaras, no? — Asentí, nervioso.
— Qué es esa sala? Por qué te pusiste así? — pregunté, intentando no sonar demasiado invasivo. La Quinta me observó y volvió su vista a la ventana.
— Es una sala de entrenamiento, diseñada para nosotros. — respondió. — El tema es que cuanto más dure, más complicados y poderosos se vuelven los enemigos, y en su estado, eso es un riesgo. Si esa barra llega a noventa y siete porciento, va a estar en problemas. — agregó.
— Y no lo pueden sacar? Digo, si es de entrenamiento, debería poder cancelarse, no? — consulté. La preocupación me había invadido. ¿Por qué arriesgarse así sólo por entrenar?
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Vínculos
Fanfiction- Lunfardo argentino. - Algunos ships del 5to. - Historia de creación propia con referencias a otras obras. - Temática fantástica, sobrenatural, ciencia ficción. - Prohibida cualquier copia o adaptación.