Capítulo 4: Unión - X

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19 de Marzo de 2020.

18.13 horas.

Narrador omnisciente:

Spallatti y Oliva llevaban cerca de cuatro horas peleando sin descanso. Era imperativo que lograran la victoria, o el costo sería alto, demasiado alto. Ecko acumulaba poder en sus piernas para aumentar su velocidad y en sus brazos para aumentar su fuerza; Wos en cambio potenciaba todo su cuerpo en base a encantamientos silenciosos. Pero su enemigo era muy superior, tanto que en pocos segundos ya los tenía a su merced, estaban perdidos.

- Y esa fue la vigésima séptima vez, acéptenlo, perdieron. - soltó entre risas el Quinto del Agua.

- Sos un forro, siempre anulas mis encantamientos justo cuando me acerco, así no se vale. - bufó ofendido Oliva. - Y este bobo siempre se me atraviesa. - agregó, refiriéndose al ojinegro.

- Callate gil, si no sos lo suficientemente rápido no es mi culpa. - se defendió Spallatti.

- Bue, calmen las tetas. Les quedan veintidós intentos, o ya se rindieron? - provocó Nicolás.

- Tu vieja se rindió. Dale. - retrucó Ecko, posicionándose para atacar nuevamente, acción repetida por Wos. - Y a ver si dejas de llorar, ojitos rancios. - soltó, dirigiéndose a Oliva. Antes de retrucar, el ojiazul tuvo una idea.

Spallatti rodeó de poder su cuerpo y cargó contra el Quinto, extrañándose de que Wos no lo siguiera. El Quinto esquivó varios ataques y tomó un poco de distancia, esperando la reacción del ojiazul, que lo miraba estático. No había notado el encantamiento casi inaudible que en lugar de potenciarse a sí mismo, aumentó la velocidad y fuerza de Ignacio.

El ojinegro notó el cambio en su cuerpo y no dudó aprovecharlo. Nicolás se vio sorprendido por su nueva velocidad, pero cuando estaba a punto de ser alcanzado, saltó hacia atrás para alejarse de él. No pensaba perder esa oportunidad, convencido de sí mismo, comenzó a concentrar más poder a su alrededor. No se dio cuenta de cuánto, hasta que sintió el mundo en cámara lenta.

Los pasos del Quinto eran tan lentos que parecía estar sumergido en alguna sustancia sumamente densa y viscosa. Los relámpagos a su alrededor, producto de su propio poder, crepitaban en el aire de forma lenta. Era hora de hacer que Nicolás pagara por todo lo previo. Comenzó a rodear al Quinto para alcanzarlo por la espalda, pero a medida que se acercaba notó que éste lograba seguirlo con la vista.

No se rendiría, era el mejor momento. Una vez al lado de Nicolás, concentró energía en su puño y lanzó el golpe que al fin daría por terminada la jornada. Se equivocó. Milésimas de segundos antes de que su ataque llegara a destino, el Quinto igualó su velocidad y lo esquivó como si nada. Spallatti quedó desconcertado, había quedado expuesto ante el Quinto.

- «Mierda.» - pensó, mientras observaba a Nicolás prepararse para devolverle el golpe. Un gran círculo mágico surgió de la nada a la derecha del Quinto, tomándolo por sorpresa. Un potente haz de energía salió disparado y Nicolás apenas lo esquivó, no sin antes casi dejarse caer al piso, aún apoyándose en sus pies, con la espalda recta al suelo. Una perfecta postura digna de milenios jugando al limbo.

Nicolás soltó una risa de suficiencia, y Ecko vio sus labios moverse, pero no escuchó nada. Acto seguido, el Quinto se esfumó, dejando un pequeño cúmulo de niebla detrás de él. El mundo pareció volver a la normalidad, y Spallatti salió rodando por el suelo, pero Nico lo detuvo antes de que se golpeara contra una pared.

- Siempre logran sorprenderme de una forma diferente, wachos. - soltó el Quinto sonriendo. Los chicos cruzaron miradas confundidas. - Se dieron cuenta de lo que hicieron, no?

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