Capítulo 2: Adaptación - VI

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17 de Diciembre de 2019.

16.19 hs.

Narra Wos:

Ya casi dos semanas del evento que cambió todo. Once días en los que este nuevo mundo nos adoptó. Mis padres y mi hermano se acostumbraron rápidamente. La mayoría de los chicos también, excepto por Mateo. La muerte de Peligro lo afectó demasiado, se había encerrado en sí mismo, a pesar de los esfuerzos de los Vainstein, Emiliano y los psicólogos. Aunque ayer lo vi sonreír nuevamente, tal vez esté mejorando, eso espero.

Nicolás seguía en coma, me enteré que incluso algunos dioses lo visitaron intentando ayudar. Victoria se hizo cargo de nosotros, sumando a sus responsabilidades también las de Nicolás, supongo que para aligerar su preocupación por el Quinto. Ecko lo visitaba todos los días, sin falta. No dejó de lado su carrera, tenía un nuevo tema en proceso y se tenía que enfocar, Victoria hizo que se concentrara en eso. Aún así, Matías dejaba todo su tiempo libre acompañando a aquél que nos salvó la vida, y que trajo a su madre de vuelta.

Yo intenté no permitir que me afecte mucho, aunque lo visitaba a diario, preferí concentrarme en lo que se venía. Mañana sería mi primer Luna Park, no había vuelto desde que salí campeón. El revuelto de emociones era inmenso, así como mi preocupación. Dejamos Argentina con decenas de enemigos intentando asesinarnos.

Y ahora volvería a un escenario con diez mil personas esperando por mí, sin saber los riesgos que corrían. Pero esta vez iríamos preparados. Me encontraba tirado en un sillón recordando la fiesta de anoche y lo que pasó en ese cuarto, cuando unas voces me sacaron de mis pensamientos.

   — Y Wosito, estás listo para mañana? — me dijo Valentina con una gran sonrisa. Sus ojos brillaban mientras las puntas de sus cabellos resplandecían con tonos naranjas.

   — Eeem, si, creo. Tengo un cacho de miedo igual. La última vez la pasamos feo. — contesté simulando una falsa seguridad. La verdad es que el miedo me consumía al recordar la espada que detuvo Nico. — Y pensar en que hay tanta gente en ese lugar, que van a estar en peligro sin saberlo, no me tranquiliza.

   — Eu, puto, tenes a los dos mejores Quintos defendiéndote — respondió con falsa indignación Agustín, luego de golpear mi hombro.

La realidad es que hace una semana los dos estaban esforzándose para que el show saliera perfecto.

   — Ya sé gil — dije riendo, era bueno saber que a pesar de apenas conocernos, estaban ahí para nosotros. — Es que me inquieta, además, con lo de Nicolás y todo, no me gusta que ustedes se arriesguen tanto por un concierto.

   — Vos tranquilo, Nicolás se va a despertar cuando menos lo esperemos. Además, él fue sólo, nosotros no vamos a equivocarnos así. — respondió la morocha. A pesar de todo, siempre intentaba mostrarse alegre para tranquilizarnos.

   — Entonces, cuál es el plan? pregunté para cortar un poco la tensión que se había generado.

   — Sos un cara de verga, te lo explicamos como cinco veces ya. contestó entre risas Agustín. — Hasta Wawa se sabe el plan. Una vez toda la gente esté adentro, vamos a levantar dos escudos combinados para cubrir todo el Luna. Además, vamos a apostar guardias en toda la azotea y algunos adentros, debidamente escondidos.

   — Mientras dure el show, yo voy a estar cuidando el interior mientras Agu patrulla los cielos. Todos los de la Crew y vos van a tener una runa de defensa, que de ser activada, los traerá inmediatamente para acá. — continuó la morocha con una sonrisa. — Lo único que tienen que hacer ustedes es dar el show de su vida, y disfrutarlo al máximo.

Sólo pude sonreír ante ese comentario. Nunca podría dejar de agradecerles lo que hacen por nosotros. No pude contestar, ya que Wawa entraba a buscarme. Tocaba peluquero para mañana y luego ensayar más. Tenía un nuevo look en mente, y esperaba que a todos les guste.

Y el día llegó, el show fue un completo éxito. Tanto la primer jornada como la segunda se disfrutaron al máximo. En el segundo día la banda de mis padres habían sido los teloneros. No sé cómo hizo mi padre, pero logró traer a toda su gente y sus familias, es lo que había acordado con Nicolás. 

Ambos shows pasaron sin exabruptos y cuando volvimos a casa Valentina me contó que hubo un par de ataques pero no lograron pasar las defensas, Agustín se encargó de eso. Me dirigí a él en cuanto apareció para agradecerle y me alarmé, su brazo izquierdo estaba malherido, la sangre goteaba por sus dedos.

   — Tranqui, hubieras visto cómo quedó el otro. — me dijo sonriendo levemente. Sus ojos grises eran intensos, como un huracán embotellado. — Negra, dame una mano acá.

   — Por qué no podés terminar bien una pelea al menos? Siempre lo mismo con vos. — musitó Valentina con mala cara. — Vení, dale imbécil.

El rubio se acercó a carcajadas extendiendo el brazo herido. Valentina posó ambas manos formando un círculo alrededor de las heridas y susurró algo por lo bajo. Las llamas nacieron de sus manos, engullendo el brazo entero entre las flamas. Al terminar, su brazo se encontraba como nuevo. — Y si, son iguales a Nicolás, ya ni sé de qué me sorprendo. — pensé.

   — Tremendo show metiste Wosito. — dijo Dani detrás de mí. Tenía una amplia sonrisa mientras me miraba fijo con esos ojitos negros. — La verdad que la rompiste.

Me alegró mucho saber que se sintió así, nos habíamos vuelto muy unidos en el último tiempo. Él me acompañó para sobrellevar el tema de Nicolás, y siempre estaba ahí para alegrarme el día, además de lo que pasó con Victoria, pero ninguno habló jamás de eso.

    — Gracias enano, no sabía que habías ido. — respondí sonriendo. — Me encanta saber que lo disfrutaste. — le acaricié el pelo cual niño chico.

   — Salí rompebolas. — bufó mientras me sacaba la mano, se había sonrojado. ¿Por qué me da tanta ternura? — Le pedí a Vale que me lleve a escondidas y aceptó. Valió la pena, pelo de cenicero. — terminó, soltando una carcajada.

   — Así que te burlas de mí, pillo? — dije acercándome con una mirada maliciosa. Él se percató enseguida de mis intenciones.

   — No, no, no, no.. salí puto.. — gritó entre carcajadas, las cosquillas serían su fin.

   — Quién es el pelo de cenicero ahora? — pregunté entre risas sin disminuir las cosquillas.

   — Na-nadie, basta, basta! — rogaba, mientras me empujaba. Perdimos el equilibrio y caímos, él sobre mí e instintivamente lo rodeé con ambos brazos. Se puso completamente colorado mientras yo soltaba un quejido mezclado con una risa.

   — A ver niñas, que se les rompen las tangas. — soltó Agustín mientras pasaba a nuestro lado, tomado de la mano de Vale, que se limitó a reír mientras nos observaba.

   — Callate gil, a vos te la rompieron. — le grité mientras le pegaba una patada en la canilla.

   — A ver quién es el gil ahora. — soltó mientras alzaba una mano. Un remolino me tomó de ambas piernas y terminé colgado de cabeza. Daniel se dedicaba a reírse mientras me hacía burlas. — Pa vos también hay, Tarzán de maceta. — Y Dani terminó de cabeza también.

   — Soltame puto! Vale! — gritó el teñido. Vale soltó una risa y luego de un ademán, ambos caímos al suelo.

   — No se vale, nosotros no tenemos poderes. — dije haciéndome el ofendido. Ambos cruzaron una mirada cómplice, sonrieron y se fueron sin decir nada.

   — Te ignoraron como dos campeones. — soltó Dani para luego echarse a reír.

   — Ya se las voy a cobrar. Vamo' a dormir que estoy re detonado, enano. — dije entre bostezos.

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