Capítulo 4: Unión - VIII

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21.17 horas.

Narrador omnisciente:

Evidentemente cuando estás esperando que una puerta frente a ti se abra, lo último que esperás es ver una sombra cargando a toda velocidad hacia tu ubicación. Pues el cuerpo de la Quinta de la Luz reaccionó instintivamente, sin saber a qué se enfrentaba, trazó un arco con su brazo y golpeó a quien se acercaba a ella con tanta vehemencia, simplemente usando el dorso de su mano derecha.

Aquella sombra se estrelló violentamente contra una de las paredes laterales, desprendiendo algunos escombros. Victoria observó algo confundida la escena ante ella y volteó de nuevo hacia la nube de polvo que se estaba disipando. Su semblante cambió en el momento en que reconoció a quién había golpeado, su aura se tornó más oscura y seria.

   — Qué hace él acá? — cuestionó con frialdad, observando al Quinto del Agua. — Te dije que tuvimos que matarlos a todos cuando tuvimos la oportunidad.

   — Ya lo sé. — suspiró para luego hundirse de hombros. — Al parecer ya se corrió la voz de que tenemos nuevos Vínculos y no tuvo mejor idea que venir por ellos.

   — Agustín se tuvo que hacer cargo y por no querer hablar dejó que se estirara demasiado. — agregó Vic. Detrás de ella ingresaron Daniel y Mateo, algo confundidos al principio, pero se alarmaron al ver el estado de sus amigos. Ribba se dirigió a Oliva quien se encontraba de rodillas y Palacios hacia Vainstein que continuaba inconsciente.

   — Sí, pero no lo hizo. — acotó Nicolás. — Mejor hagamos esto antes de que pase a mayore... — se vio interrumpido cuando un descomunal bloque de piedra salió despedido hacia el intruso. Al voltearse se encontró con Trueno completamente furioso, sus ojos irradiaban un brillo verde salvaje.

Antes de que los Quintos pudieran decir algo, Palacios golpeó el suelo con un puño, levantando decenas de escombros frente de él. — Tierra Viva. — pronunció antes de hacer un movimiento con su otra mano; acto seguido los escombros brillaron con una leve aura verdosa y salieron disparados a toda velocidad contra el extraño. — Nadie lastima a Manuel, nadie. — sentenció.

La figura sombría apenas se las arregló para esquivar los diversos ataques del menor, y se preparó para atacarlo, aún si los Quintos decidieran intervenir. Pero una lanza de diamante surgió del suelo y apenas la evadió para que no lo empalara. Trueno estaba decidido a acabar con él, y siguiendo las enseñanzas de Emiliano, transmutó la tierra a sus pies para formar afiladas estalactitas de diamante.

   — Teo. — lo llamó la Quinta al tomarlo de su hombro, el menor la observó un momento para que continuara hablando. — Calmate, necesitas controlar tus impulsos, te pueden llevar a cometer un error.

Nicolás se aprestaba a agregar algo, pero un precipitado descenso de la temperatura junto con un rugido a su espalda lo detuvo. — Invocación: Furia del Invierno. — conjuró Ribba mientras un colosal dragón de hielo surgía de un círculo de escarcha en el suelo. La criatura posaba sobre sus cuatro patas a un lado de Daniel. — Pobre de aquel que se atrevió a lastimar a los nuestros. — susurró y el dragón alzó vuelo.

Mientras el intruso se las arreglaba para esquivar a duras penas los ataques combinados de Trueno y el dragón de Dani, Spallatti se acercó a Manuel para compartirle su energía. Vainstein despertó un momento después, algo mareado y Matías se dirigió a LaFuente, pero se detuvo al ver que éste se estaba levantando. Decidió entonces ayudar a Valentín, ya que había gastado muchísima energía.

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