16 de Diciembre de 2019.
22.52 hs.
Narrador omnisciente:
Los chicos se reunían en el vestíbulo del edificio más alto del complejo, esperando que alguien viniera por ellos. Los Quintos habían organizado una pequeña fiesta entre los freestylers para intentar devolverles algo de normalidad a su vida. Casi todos estaban ahí, incluso Ecko se había obligado a venir, bueno, Lit y Victoria lo obligaron. Sólo faltaban Trueno y Replik, que llegaron acompañados por Emiliano. Todos los recibieron con un saludo, que fue devuelto, excepto por el menor, quien mantenía la mirada baja.
- Bueno gurises, listo para gozar una noche con los mejores anfitriones de la Existencia? - dijo en un tono divertido Emi, atrayendo la atención de todos.
- Más vale papo, una joda un Lunes sin que nadie nos moleste? Nada mejor podemos pedir. - exclamó Duki.
- No nos dijeron si había que traer plata o algo para escabiar. Tengo que salir corriendo a buscar un ferné por ahí? - musitó Cazzu.
- Claramente no, pa eso estamos nosotros wacha. - respondió Agustín apareciendo en uno de los ascensores. - Ta todo listo, vengan.
El grupo se dirigió al elevador y uno a uno fueron ingresando. A Dam le llamó la atención que una veintena de personas entrara en un espacio tan pequeño.
- Qué tan grande es esta cosa? - soltó con cara de confundido.
- Casi tan grande como el culo de Dani y Ecko. - contestó el de ojos grises entre risas. La multitud soltó una carcajada al unísono. Ambos teñidos lo miraron con odio.
- Tan todos no? Vamo'. - continuó Emi para luego cerrar las puertas y comenzar a subir.
Llegaron al último piso y las puertas se abrieron. Una inmensa sala de estar los recibía, el color blanco predominaba en toda la habitación. Varios sillones se ubicaban a lo largo y ancho del lugar con dos mostradores repletos de botellas, vasos y similares contra las paredes.
Los chicos admiraban asombrados el penthouse de los Quintos. Detrás de los ascensores se encontraban unas escaleras que subían dos niveles más. A un lado se encontraba una gran cocina y del lado opuesto una sala rodeada de bibliotecas repletas de libros. Una inmensa pecera separaba ambas habitaciones.
- En serio viven acá? Hijos de puta. - bufó Seven. Todos soltaron una carcajada.
- Y bueno wacho, algún beneficio merecemos con todo lo que hacemos. - exclamó Valentina con una gran sonrisa. - Siéntanse como si fuese su casa. Bienvenidos.
- Canilla libre? - soltó Wos, sus ojos brillaban con ilusión. Dani lo miraba sonriente, sabía lo que le gusta el escabio.
- Obvio papu. Hay alcohol, unas cuantas flores y alguna que otra sustancia que tengan ganas de probar. - respondió Vic. - Y no se preocupen si algo los da vuelta o por la resaca, esas cosas no importan acá. Tienen permiso pa' desbundarse al máximo.
El grupo se repartió por las barras, listos para preparar las mezclas que se les ocurrieran. La música comenzó a sonar a todo volumen, la fiesta había comenzado. Al cabo de unas horas el aroma a alcohol y porro dominaba la escena, los chicos bailaban y charlaban por toda la estancia. Mateo se sentía abrumado, los chicos intentaban subirle los ánimos, sin éxito, así que decidió ir a la sala de los libros, el único lugar vacío.
Al no encontrarlo Manuel se dirigió a la misma sala, hallando a un Trueno cabizbajo, muy alcoholizado, sentado en el suelo con la espalda apoyada en un sillón, mirando por la ventana frente a él. Replik se acercó lentamente hasta que algo le llamó la atención, no veía nada en el exterior más que la luna y ¿nubes? Se sobresaltó al notar el mar muy por debajo de ellos, ¿Dónde está el complejo?
- Por algo es un lugar especial, no está al alcance de cualquiera. - dijo Emi mientras entraba a la sala.
- Estamos flotando en el aire, no? - dijo Mateo luego de soltar un largo suspiro. Sabía que la presencia del Quinto significaba otra larga charla sobre su padre. No importaba lo que le dijeran, su resentimiento hacia Nicolás aumentaba cada día.
- Si, algo por el estilo. Y sí, sé que te molestan nuestras charlas, siento tu odio crecer cada vez que hablamos. - respondió el Quinto. - Pero creo que es hora de que te muestre otro punto de vista.
Emiliano se acercó a Trueno lentamente, se sentó junto a él y tendió su mano.
- Es hora de que veas lo que pasó por la mente de Nico cuando decidió matar a tu viejo. - agregó. El corazón de Mateo se encogió, recordarlo sólo le traía dolor. Aún así tomó la mano del Quinto y cerró los ojos.
Inmediatamente comenzó a sentir un inmenso dolor y abrió los ojos de golpe, sólo que esta vez, estaba otra vez en la azotea de aquel hotel. El dolor se extendía por todo su cuerpo, desde la muñeca izquierda hasta la pierna derecha. Un dolor punzante en medio del estómago y un ardor insoportable cruzando su espalda. Logró visualizar mejor la escena, estaba junto a Valentín y Matías, ellos junto a sus familiares. - Cuando la vieja de Ecko revivió. - pensó. Frente a él se encontraba una sombra que sostenía por el cuello a su madrastra, quien no se movía.
La sombra habló y su corazón se congeló, era la voz de su padre. Luego de un intercambio de palabras la sombra se aprestó a atacar y automáticamente su brazo izquierdo se alzó, desvaneciendo la sombra y dejando a su padre de rodillas. Los pensamientos de su progenitor lo invadieron, desesperación, tristeza, arrepentimiento. Mateo sólo pudo sentir lástima y desazón. Otro breve intercambio de palabras y Peligro se desintegraba frente a sus ojos.
Mateo se incorporó asustado, se encontraba nuevamente en la biblioteca de los Quintos. Vio a Emiliano a los ojos y lo comprendió. Todo su odio y su ira estaban dirigidos a la persona equivocada. Nicolás nunca quiso asesinar a su padre, también al Quinto del Agua lo destrozó el hacerlo.
- Ahora te haces una leve idea de cómo nos afecta quitarle un padre a su hijo. - dijo en un tono calmado Emiliano.
- Una leve idea? Casi me desmayo de sentir lo que sintió Nicolás. - cuestionó Mateo.
- El intercambio mental está diseñado para no abrumar los sentidos del otro. - agregó el Quinto. - Si sintieras por completo lo que nosotros, caerías en la locura.
Mateo razonó un momento analizando los recuerdos de Nicolás y por primera vez en mucho tiempo, sonrió. Tal vez su padre ya no esté con él, pero sabe que algún día tendrá otra oportunidad, el Quinto del Agua se había asegurado de eso. Manuel se acercó con tres cervezas, las repartió y se sentó junto a él. El menor simplemente apoyó su cabeza en el hombro de su amigo y susurró, - Gracias. - Y así se quedaron un rato, disfrutando sus bebidas en silencio.
ESTÁS LEYENDO
Vínculos
Fanfiction- Lunfardo argentino. - Algunos ships del 5to. - Historia de creación propia con referencias a otras obras. - Temática fantástica, sobrenatural, ciencia ficción. - Prohibida cualquier copia o adaptación.