Capítulo 4: Unión - XIV

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22.15 horas.

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Mateo no dejaba de llorar, ni parecía querer soltarme. No sé qué le habrá pasado y la verdad no quiero saberlo. Se calmó luego de un rato, cuando Emiliano tomó su hombro. Los asistentes de los Quintos se retiraron al igual que Toph y la mujer pandaren.

   — Bueno, ya está todo bien. No quedó rastro de la mierda esa. — soltó Agu al salir del portal por el que llegaron Teo y Emi. — Igual van a peinar todo el continente otra vez, por las dudas.

   — Dónde estaban ustedes? No los vi. — cuestionó confundido Trueno cuando vio al resto salir del portal.

   — Sos un cara de pija. — bufó Valentina. — Literal te estuvimos ayudando con los Augustos y ni te diste cuenta.

   — Eh, qué es un augusto? — consulté, no entendía nada de lo que pasó.

   — Los Augustos Celestiales son espíritus guardianes de Pandaria, el continente de donde viene Lun-Fei. — explicó Vic. — Son los encargados de guiar a sus habitantes por los caminos de la paz.

   — Pará. — intervino Palacios. — Ustedes eran los otros bichos? — preguntó, todos cruzamos miradas confundidos.

   — A quién le decís bicho, leñador de bonsai? — soltó Agu mientras le daba un tatequieto en la nuca.

   — Se llama Aspecto de la Bestia. — empezó Vale. — Cada uno de nosotros elige un animal espiritual y con eso potenciamos nuestras habilidades. Lo que viste fue la fase tres. Nico? — finalizó, el ojiazul asintió y cerró los ojos.

El aura a su alrededor cambió, se sentía más fría y oscura, activando una señal de alerta en lo profundo de mi mente. El Quinto del Agua abrió los ojos e instintivamente di un paso hacia atrás, al igual que el resto. Sus iris brillaban, no habían cambiado mucho en sí, pero su mirada transmitía peligro, como un depredador acechando a su presa.

El aura de Nicolás comenzó a hacerse más visible, tomando forma alrededor de su cuerpo. Me costó un poco identificarla, pero pude hacerlo. Era como si un hombre lobo translúcido cubriera al Quinto. De sus manos sobresalían afiladas garras, una cola surgía de su cintura y una cabeza de lobo rodeaba la propia. Parecía un gran disfraz transparente, pero salvaje y con sed de sangre.

   — Eso es la fase uno. En la fase dos podemos invocar avatares del animal. — explicó Emiliano. Acto seguido Nico alzó su mano derecha hacia un costado y dejó caer una gran cantidad de neblina celeste, que al cabo de unos momentos tenía la forma de un lobo fantasmal. — Y en la fase tres, nos fusionamos con un avatar y formamos uno más grande.

   — Como pueden ver, el mío es un lobo. — soltó el ojiazul, su voz sonaba más grave que de costumbre, más amenazadora. Al parecer se dio cuenta de nuestra actitud y luego de aclararse la garganta desvaneció todo su poder, volviendo a la normalidad. — El de Emi es un león, el de Vale un tigre, el de Vic un puma y el de Agu un guepardo.

   — Boludo, no sabía si tirarte un hueso, una pelota o una vaca entera. — bromeó algo nervioso Lit, quien tragó seco y se escondió detrás de Spallatti cuando el Quinto soltó un gruñido. — No dije nada, no dije nada.

   — Bueno, ya no importa. Estás bien y esa cosa está muerta. — intervino Emiliano. — Teníamos la fiesta preparada en el Dome para festejar tu cumple, pero mejor que descanses primero, mañana hacemos algo.

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