Capítulo 3: Origen - IX

89 17 2
                                    


19.43 horas.

Narrador omnisciente:

La Quinta de la Luz y el anterior Rey del Infierno, Rael, se encontraban combatiendo un centenar de demonios en su lucha por alcanzar al poseedor de la Corona Infernal, Fran, el Alma en Pena consorte del Rey del Limbo Laorus. 

A pesar de su poder, la ventaja numérica del enemigo estaba comenzando a mermar en ambos y pronto se verían superados. Una lanza impactó a su lado y emitió una onda expansiva que desintegró a todo enemigo a la redonda. Una conocida figura alada rodeada de un aura de luz aterrizó para tomar el arma.

   — Vos? Qué haces acá? — cuestionó Rael al ver a su viejo amigo venir en su ayuda.

   — No podíamos quedarnos de brazos cruzados mientras todo se va al carajo, no? — respondió sonriente el ángel Aluriel, hijo de la Deidad Suprema del Cielo. — Además, traje amigos.

Una legión de ángeles emergió a través de una fisura de luz en la altura. Arremetieron contra las hordas demoníacas para liberar el camino de la Quinta hasta el Alma en Pena. Nicolás y su oponente Laorus observaban la escena en medio de su combate.

El Quinto necesitaba un momento para hablar con su nuevo aliado, por lo que posicionó su mano izquierda en forma de rezo y conjuró. — Cólera de los Ancestros: Furia de Shiva. — Con un movimiento lanzó un golpe de palma al aire a su izquierda, desconcertando a su rival que momentos después se vio arrastrado por una gran mano de brillo amarillo que lo envió varios kilómetros a lo lejos.

   — Ya se habían tardado. — comentó el Quinto al aterrizar junto al Ángel. — Y desde cuándo sos un Serafín? Ni siquiera una paloma mensajera para mandar saludos. — cuestionó con falsa indignación.

   — Nos costó ubicar el portal para el ataque sorpresa, pero ya estamos acá. — respondió Aluriel con una sonrisa de suficiencia. — Y hace un año, la Deidad Suprema comenzó el protocolo para abdicar.

   — Y como el hijo mayor, sos el siguiente en la línea. — soltó Nico mientras observaba entrañado el arma en las manos del ángel. — Invocaste la Lanza de los Cielos? Eso sí que no me lo esperaba.

   — Eso es la versión de arriba del arma de Laorus, no? — cuestionó Rael con algo de curiosidad. — Me pregunto si.. — se concentró apuntando su mano a la tierra. Segundos después un arma surgió del suelo, un bastón en cuyo final se blandía una hoja de forma de luna menguante, ligeramente alargada.

   — Y ahí está, la Horca del Infierno. Si las tres armas legendarias están presentes, menos mal que vinimos. — analizó el Quinto. — Bien, creo que sé cómo atraparlo, pero tendrán que estar atentos.

   — Todo esto sucedió porque ni Azael ni sus padres se tomaron el tiempo de prepararlo para esto, es realmente triste. — suspiró Aluriel, Rael asintió a su lado.

   — Tampoco habría hecho ese contrato si no hubiese abandonado mi lugar. — admitió el Ángel Caído.

   — No lo van a derrotar! — exclamó Fran, mientras canalizaba un torrente de fuego infernal hacia ellos.

   — Defensa Definitiva: Acto Reflejo. — pronunció Nicolás mientras alzaba un dedo en dirección del ataque. Un círculo mágico se dibujó frente a él. Dentro se dibujaron cinco estrellas concéntricas de varias puntas, asimilándose a un gran fractal que rotaba en su interior. 

El ataque fue absorbido y redirigido hacia su origen, mandando a volar al Alma en Pena. Victoria aprovechó y lo atrapó del torso y las piernas con sus lazos de luz, mientras dos pares de ángeles atrapaban cada una de sus manos del mismo modo.

VínculosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora