Capítulo 3: Origen - VII

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28 de Enero de 2020.

17.43 horas.

Narra Nicolás:

Había sido una mañana agitada, los panteones nórdicos y griegos están más agitados de lo usual. Tuvimos que asistir al Hotel Valhalla para defenderlo de un asalto con Vale y Agu, mientras que Vic y Emi viajaron a Nueva York por unas alertas algo extrañas de parte de Quirón. En un rato tendría que reunirme con los chicos para seguir entrenando pero primero había que movilizar una flota entera hacia la Ciudadela.

Luego de cumplir con mis deberes me encaminé hacia la sala de entrenamientos, Vale y Agu llegarían más tarde luego de asegurar el Valhalla mientras que Vic y Emi estaban ocupados. Así que esta vez me tocaba a mi cuidar a los niños. — Qué divertido. — pensé. Un instante después algo me puso alerta, alguien se movía entre las sombras, así que activé el sistema de emergencias. Extendí mi poder por todo el complejo para encontrar al intruso, pero tardé demasiado y me dirigí a toda velocidad a su encuentro.

Un enmascarado tenía tomado de rehén a Braian, el amigo de Ecko, mientras apuntaba un arma a su cabeza. Matías estaba frente a ellos con las manos en alto. Los guardias estaban listos para interceder pero los frené, no había forma de detenerlo sin que lo matara. ¿Qué hace un Merodeador acá y qué quiere? Apuntó su arma a Spallatti y acto seguido atravesó un portal negro detrás de él. Matías intentó seguirlo pero lo tomé del brazo.

   — Soltame Nicolás! Tengo que ayudarlo! — exclamó el teñido con una expresión de miedo en su rostro.

   — Y qué vas a hacer? Darles el gusto de tener dos rehenes? No tenés tus habilidades todavía. — le reproché, por lo que bajó su mirada con pena. — Ahora vamos a cazar al hijo de puta ese.

Abrí otro portal con los vestigios del primero y entré junto con Ecko y un escuadrón. Apenas lo atravesamos fuimos recibidos con una balacera. Protegí a Spallatti pero los soldados estaban bajo intenso fuego y éramos superados en número. Estábamos en las ruinas de un edificio y al pasar unos minutos todo el escuadrón estaba muerto. El enemigo cesó el fuego y me levanté al ver al enmascarado de pie junto a Braian de rodillas.

Analizaba la situación cuando lo impensado sucedió y alcé un brazo para tapar la vista de Matías, no necesitaba ver eso. Un disparo resonó en la sala y Braian caía desplomado. Estaba furioso, pero ahora mismo no podía reaccionar sin poner en peligro al teñido, que miraba atónito el cuerpo de su amigo. Y en ese momento lo sentí, la calma antes de la tormenta. Al aire se crispó por lo que levanté un escudo detrás nuestro.

Un segundo después Spallatti gritó con toda sus fuerzas, apuntando con sus manos al enmascarado frente a nosotros. Apenas pudo esquivar la descarga eléctrica que nació de sus dedos, aunque alcanzó a rozar y quebrar parte de la máscara. Un momento de confusión, y el Merodeador disparó contra el teñido pero me interpuse desviando las balas. Matías volvió a rugir y otro relámpago destrozó una pared junto con tres enemigos que fueron incinerados por el ataque.

Una andanada sombría sobrepasó los escudos y no logré detenerla, pero al parecer no importó. Una barrera de relámpagos cubría a Ecko de los ataques enemigos, sin importarle si eran mágicos o físicos. Como si tuviera voluntad propia, la barrera interceptaba toda agresión hacia su dueño. Logré concentrarme y derribé una pared del edificio para librarnos de varios enemigos más. Spallatti estaba perdiendo el control, su único objetivo era el enmascarado, debía hacer algo antes de que empeorara y cometiera una estupidez..

   — Enfoque. — exclamé posando una mano en el centro de su espalda. Sentí como su cuerpo perdía tensión. — Necesito que esa ira siga ardiendo, pero no pierdas la concentración nunca. — él asintió.

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