Capítulo 4: Unión - XII

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21.37 horas.

Narrador omnisciente:

Los Quintos se movían entre pantallas holográficas, consultaban con diversos expertos y revisaban textos antiguos intentando descubrir el origen de la energía oscura, la única pista que les quedaba. Ya habían descartado la mayoría de los Universos de probable procedencia, pero las opciones aún eran demasiadas para buscar en todas.

Dos flotillas espaciales en cada Universo restante se pusieron a disposición de la búsqueda, para estar listos apenas tuvieran un lugar definido. Replik y el resto habían ingresado hace unos momentos a la sala, bastante alterados por la situación. Vale y Nico hablaban con diversos agentes mientras Vic intentaba distraer a los chicos y Agu le dejaba caricias en el pelo de Emiliano para tranquilizarlo.

El Quinto de la Tierra era el más afectado, al igual que Vainstein, debido a la relación que habían generado con Palacios. Cuando vio que ambos comenzaron a perder los estribos, y el resto de los Quintos estaban distraídos, Oliva decidió actuar. — Serenidad. — pronunció en lengua antigua, ganándose la mirada confusa de los presentes, aunque también una sonrisa de aprobación de Nicolás. Una palabra en letra ilegible lo rodeó y brilló frente a él, y el encantamiento se aplicó, logrando bajar los niveles de tensión en el lugar.

   — Disculpen la tardanza, muchachos. Nola tuvo algunos problemas en el elevador. — dijo en la entrada una figura desconocida. Los chicos voltearon y se quedaron estáticos, aunque Monzón comenzó a sacudir el brazo de Spallatti para llamar su atención, recibiendo un tatequieto de parte del más alto para que se calmara.

Frente a ellos yacía una panda, con forma de mujer. No lograban entender lo que veían, si era una ilusión o no. Estaba cubierta por un pelaje blanco y negro, sólo contaba con cuatro dedos en cada mano y tres en cada pie. En su cabeza posaban un par de orejas redondas y su rostro era el de un oso panda.

   — No pasa nada, Lun-Fei. Me alegra que estés acá, gracias por venir tan rápido. — saludó Victoria. — Estamos intentando determinar el origen de esa cosa. Te animás a fijarte? — finalizó, señalando el cúmulo de oscuridad. Luego se dirigió a los chicos. — Es una pandaren, nativa de Azeroth, uno de los Universos más alejados. Saquen esa cara de bobitos, la van a poner nerviosa.

   — Bien, veamos qué puedo hacer. — respondió la mujer panda. Se aproximó a la esfera de viento que contenía al cúmulo y movió sus manos alrededor de la misma. Una extraña niebla de tonos aguamarina comenzó a rodearlo. Pocos segundos después la pandaren se alejó notoriamente agitada, y asustada.

   — Qué pasó Lun? Qué sentiste? — cuestionó el Quinto del Agua.

   — Realmente no lo sienten? La desesperación latente en su interior. Cómo puede ser? — respondió con clara preocupación.

   — Ay no. Ya le mando mensaje a Thalyssra y Anduin, deben tener exploradores disponibles. — dijo Vic.

   — Yo le aviso a los Augustos y al Emperador Shaohao. — agregó Valentina, que luego se dirigió a la pandaren. — Podés mandar un mensaje a Cho? Que avise al Loto Dorado, al Shadopan y a los Rajani.

   — Capaz los Klaxxi y Wrathion puedan dar una mano. Yo me encargo. — continuó Agustín.

   — Emi, preparate, si están bajo tierra sólo vos podés encontrarlo. — finalizó Nico. — Yo abro el portal a Flor Eterna.

Simultáneamente.

Narra Trueno:

Se me partía la cabeza, estaba inmóvil. Me encontraba de rodillas, con ambos brazos extendidos hacia mis costados. Una extraña raíz negra me envolvía todo el cuerpo, ejerciendo cada vez más presión sobre mí. Sentía el suelo debajo, pero no la tierra. Era como estar flotando en el espacio, sin nada alrededor.

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