Capitulo 2

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Tome la bicicleta de Lauren dejándola completamente sola en la librería, eran las siete de la noche y no sé cómo lo hice, las actividades físicas no eran lo mío y menos montar bicicleta, pero lo hice aun con la  oscuridad de las calles. Cuando llegue pude ver la mitad de mi casa destruida, rodeada por cordones amarillos de la policía, bomberos por todas partes y una ambulancia. Marie estaba a un lado con algunos de los otros vecinos que miraban hacia mi casa preocupados. Tire la bicicleta en el jardín y corrí intentando entrar pero un par de policías me detuvieron.

-No puedes pasar – dijo uno de ellos.

-MI PADRE ESTÁ AHÍ DENTRO – grité histérica – por favor, déjeme pasar – le suplique con la mirada también.

-Señorita, esa casa puede terminar de caerse en cualquier momento – mire a la casa – debe esperar – empecé a llorar – lo siento.

¿qué iba a hacer ahora sin mi padre? Él era todo lo que tenía, no podía morir, no podía dejarme sola. Treinta minutos después uno de los bomberos grito por ayuda al encontrar a mi padre, necesitaron de veinte hombres para levantar el muro donde  se había quedado atrapado, los paramédicos entraron con su camilla. No podía dejar de llorar cuando salieron con él cubierto de polvo y no entendía si es estaba vivo o muerto.  Corrí hasta la ambulancia e intente subir, pero uno de los paramédicos me detuvo.

-No – dijo mirándome con lastima – no debes ver esto.

-Solamente dígame que no está muerto – supliqué.

-No lo está – me miro con lastima. Cerró la puerta en mi cara y la ambulancia salió disparada por la calle haciendo ese horrible sonido que ponía a todo el mundo alerta. Mire a la dirección donde había tirado la bicicleta de Lauren.

-Mi niña, puedes dormir en mi casa… - Mire a Marie quien también me miraba con pesar – mi hija se fue  a estudiar al extranjero, puedes usar su ropa.

-Muchas gracias, pero debo ir con mi padre.

Corrí hacia la bicicleta y me monté en ella de nuevo, ignorando los llamados de los vecinos. De mi casa al hospital era un recorrido muy largo, estaba cansada, pero debía llegar con mi papá, no podía abandonarlo. Pedalee con todas mis fuerzas hasta llegar al hospital y creo que ahora yo necesitaría una silla de ruedas, mis piernas quemaban cuando me baje. Puse la bicicleta en la entrada y le pedí a uno de los guardas que la cuidara con su vida. Corrí hasta adentro y no tenía idea de a dónde dirigirme, así que básicamente estaba en medio de una sala de espera perdida.

-¿Puedo ayudarle, señorita? – una sonriente pelirroja me preguntó con una sonrisa cálida.

-Sí – dije agitada -  estoy buscando a mi padre  Richard Collins, lo trajeron hace un rato, por favor dígame que está bien.

-¿Usted es…?

-Su hija – intente calmar mi respiración.

-Muy bien – miro su planilla y tras darle la vuelta a varias hojas, su expresión cambio drásticamente – el señor Collins fue pasado a la sala de emergencia – me dio una media sonrisa – puede esperarlo por allá – me señalo unas sillas solitarias al lado de la puerta de emergencia - ¿quiere que le traiga algo de beber?

-Necesito un baño – me pidió que la siguiera y me llevo al baño más cercano. Entré y en cuanto me mire al espejo me asusté. Me veía terrible, mi cabello era un completo desastre y estaba bañada en sudor. Tome papel higiénico y seque mi cara lo mejor que pude. Desenrede mi cabello con los dedos y acomode la camiseta roja que hacia parte del uniforme. No me veía del todo bien, pero no podía hacer nada por mí misma ahora, me di una última mirada y salí.

Archenemy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora