Y ya no puedo encontrar mi salvación

18 3 3
                                    

¿Y qué pasaría
si todo fuera producto
de la casualidad?

Voy caminando por la calle como si nada me importara, el nerviosismo típico que se dedica a pincharme cuando salgo se ha apaciguado casi por completo. Aún así, hay otra emoción que me incomoda. Hay algo que no cuadra, mi vida ha estado demasiado tranquila. Luego de ese ataque de ansiedad de la semana pasada no me ha pasado nada, como si mis emociones hubieran encontrado la calma pero sé que no es así. Sé que hay remolinos y azotadores vientos destruyendo y revolviendo el vacío dentro de mi pecho.

Entonces trato de regular mi respiración, pues empezaba a volverse irregular con solo recordar lo sucedido. No quiero llorar en plena calle, que pereza aguantar miradas vagas posándose sobre mí...

Continúo. Una hora, dos horas. He viajado bastante pero aún no logro descifrar porqué me encuentro tan inquieto y calmado al mismo tiempo. Es como si algo estuviera mal, siento que voy a morir en cualquier momento. Sí, quizás sea eso; esta sensación de presentimiento es porque mi muerte está cerca, seguramente moriré hoy. Y, aunque trato de adaptarme a esa idea, pienso que soy demasiado joven y aún no he vivido suficiente. No, no tanto por ser joven; es más el hecho de que aún tengo mucho por hacer, por cambiar, por aportar. No quiero morir.

Carajo, creo que voy a morir hoy. El día ha estado demasiado calmado y el aire que se cuela por las ventanas, refrescando el interior del bus, no ayuda para nada. Hay pocos pasajeros, estoy sentado, me ha ido bien. Ah, seguro que hoy muero. Esta es una sensación demasiado agradable, no me acostumbro a ella. Me siento intranquilo pero mis emociones no se disparan, todo parece ir en cámara lenta.

Recuesto mi cabeza sobre el respaldar del asiento, sabiendo que no debo dormir. Intento ver el paisaje pero me resulta demasiado monótono y aburrido, he pasado por aquí demasiadas veces que hasta me sé de memoria... No, la verdad es que no. Solo sé que aún falta un poco para llegar a la carretera principal. No quiero morir pero creo que recibiría mi final con una sonrisa, el legado de alguien tan irrelevante como yo caducaría en poco tiempo como para darme la molestia de forjarlo. Como sea.

Entre más respiro, me voy haciendo consciente de esos pequeños detalles de la vida que nunca he podido apreciar. Hoy no he visto las nubes pero tampoco es como si pudiera hacerlo, las personas a mi alrededor tapan mi vista. Bajo del bus, vista al suelo. El modo automático parece estar fallado, soy demasiado consciente de lo que pasa a mi alrededor. Me siento vulnerable, sensible y un poco mareado, quizás. Al menos los ruidos a mi alrededor no se escuchan porque mi mente está demasiado distraída. Los colores son iguales, las casas son iguales. ¿Qué me está pasando? Sé que mis sentidos no se han agudizado pero ¿por qué me siento dentro de una película?

Noto que hay un perro a mi lado derecho, lo veo a los ojos. No siento miedo, esto es raro. Esto es demasiado raro. Todo parece estar en calma, cámara lenta. Me estoy aburriendo de esta narración insípida pero aún así, no puedo dejar de pensar que algo horrible me pasará dentro de poco.

Llego a la casa, tomo la llave. Trato de poner atención a los sonidos, para saber si suena mi celular. Entonces recuerdo que siempre está en vibración y dentro de la mochila, saber si pasa algo sería imposible. Pero es que esta es la parte donde el suceso asombroso o aterrador sucede. ¿No hay un botón para adelantar el tiempo? Si pasará algo grotesco, no quiero vivirlo en realidad. ¿Quién morirá? ¿Mi mamá? ¿Mi papá? ¿Mi tíos o mis abuelos? Sería un fastidio que alguno de ellos muriera porque la rutina de mi vida se vería afectada.

 Entro a la casa, pensando que soy la mejor opción. Que muera yo es la mejor opción, pues no alteraría la vida de los demás a mi alrededor. Así de irrelevante soy. ¿Por qué tuve que nacer en primer lugar? Creo que no me importaría morir ahora.

Jodiendo con ese tipo de pensamientos, se van pasando las horas. No ha pasado nada y el cielo ya está oscuro, el aire de afuera es fresco y llevo como medio minuto buscando esas tres estrellas alineadas que siempre observo por alguna razón. Mamá, papá y mis hermanos están bien. Mis abuelos siguen bien. Y seguro mis demás familiares también porque en la casa todo ha pasado demasiado tranquilo. Ah, me pregunto qué será esta sensación, esta angustia que me da por pasar tanto tiempo tranquilo.

Al final no ha pasado nada, quizás mañana si. No lo sé. Entonces caigo en cuenta de cuan desconocido es el futuro. Nunca había pensado en el futuro. ¿Las vidas de las personas realmente tienen un motivo? Creo que no, creo que todo se da sin una razón pero el humano es incapaz de aceptar esto. Por eso dicen en los funerales que cada muerte sucede por algo, que el final de una vida es para influir en la otra que seguirá respirando. Yo creo que no, la muerte es el final y ya; no hay mucho que pensar en eso. Si no te altera, entonces no vale la pena quebrarse la cabeza analizándolo.

Admito que nunca había pensado en todo eso. El futuro es aterrador y fascinante al mismo tiempo. Y yo preocupándome en la tarde en cuan inútil sería mi existencia si a mi tía le pasara algo, pues no sabría cómo ayudarla. Pero no ha pasado nada, nada aún.

Simplemente recorro los recuerdos con los dedos, escribiendo en hojas virtuales para dejar registro de estos pensamientos intransigentes.

Poesía insípida • #PGP2020 • [ 3 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora