Amor en tiempos del covid

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Título alterno: Amor en los tiempos del corona

El Instagram está que explota,
los memes se desbordan y bajas
tu dedo por la pantalla
cada mañana
porque no tienes nada
mas que hacer.

Es divertido verte decaer mientras el mundo entra en crisis,
es divertido reírse de la gente mientras las personas se mueren
al otro lado del mundo,
al otro lado del charco
que estás pisando
en este mundo.

Pero va, que la suerte no existe y la circunstancias son productos de la casualidad
y solo porque los ha contagiado el primo subdesarrollado de Batman
no quiere decir que vos te vas a enfermar.
No quiere decir que vos estés mal.
Pero
por si acaso
disfrazas tu indiferencia
portando una máscara de solidaridad
y mandas mensajes nada breves
con consejos de cómo lavarte las manos
(para que no se te pegue la mugre
y no quede rastro
de la piedra que hemos lanzado).

No, quiere decir que vos estás haciendo mal.

Pero estás mal.
Porque te alteras por la decadencia
de una humanidad patética.
¿Qué clases de pecados cometimos
en la vida anterior a esta?
Y va, que la gente se muere
mientras mirás Netflix.
Y ya
la conexión del Internet se pierde
porque hay personas que no quieren trabajar
(igual que siempre
pero ahora si lo hacen notar).

Y cierran sus bocas,
así como puertas y ventanas.
Y cierran sus bocas
mientras al gobierno se la maman.
Porque sabe rico chuparle la polla
al humano que está dos escalones mas arriba.

Y les regalan casitas de papel higiénico
a sus amadas
porque lo mas importante es la limpieza
de lo superficial
mientras se los follan los pensamientos fatalistas
desde la noche hasta la mañana.
Y aún te tomas selfies
frente al espejo,
y presumes de tu dinero
sin darte cuenta que estás presumiendo.

Las prostitutas deberían subirle el precio
a sus vaginas
para que el valiente que se atreva
a desabrocharse la evilla justo en medio de la calle
invierta bien su dinero
en algo que no será eterno
igual que la vida
y que el último suspiro que se escape
sea producto de dos cuerpos
llenos de excitación.
Porque buscar un orgasmos no es un error
cuando afuera de tu sistema todo se ve peor.

Y resulta gracioso
cómo corren las hormigas hacia sus casas
a cerrar sus bocas
y sus puertas y sus ventanas
por algo tan diminuto
que ha viajado por tantos lugares
sin pagar la VISA.

Los niños con ropas hechas de hilos
deberían
subirle el precio a los limones
y al entretenimiento que dan
a los pobre valientes
que se atreven a viajar por la autopista
con un candado protegiendo sus labios
cuando no tiene gracia protegerse los labios
si estás ciego.

Mientras yo me hago a la idea
de que ellos se ríen en sus casitas
de aluminio y plástico blando
de cómo los ricos racionan la comida
para sobrevivir un día más.
Porque ellos ya están acostumbrados
a ver pasar ánimas infectadas
directo a la fosa
o al piso de la cocina.

Entonces el calor del fuego
empieza a subirte por los pies,
luego las piernas,
luego el pecho
y de último el cerebro,
hasta que el humo mancha de negro
todo el panorama.
Pero te encanta, ¿verdad?
Te encanta ver gente tociendo
mientras vos tenés la boca enllabada,
te encanta preocuparte por el enfermo
justo cuando mueren miles mas
por enfermedades que ya llevan tiempo

existiendo. Y es el noticiero de las doce
el que te susurra al oído un espejismo
y vos te escondés.

El semen del dinero se escurre por tu boca,
pero no tenés pañuelo ni mascarilla para eso
(porque no querés limpiarte de eso
que te tiene realmente enfermo).
Mejor toma un cuchillo de cocina
o esa pistola que tienes escondida
y mata a toda tu familia.
No vale la pena seguir viviendo.

La humanidad es el virus verdadero
y no deberíamos
seguir perpetuando el sufrimiento
interno y externo
en este pobre mundo
lleno de enfermos.

Entonces vas a la iglesia
y le quitás la tiara a la esfera
porque solo Jesús debe
llevar espinas en la coraza y la cabeza.
Y te parás en la banca y a María le rezas.
Los cánticos deben oírse a media cuadra
o si no no cuentan.
Los gritos y oraciones deben quebrar ventanas
o si no Dios
no arreglará esta mierda.

Luego regresas a tu casa,
viendo al piso,
disque pensando en el prójimo
pero lo único que acapara tu mente
es el bienestar de tus propios hijos.

Entonces las oraciones son tan volátiles como la mierda que pisas y te limpias el zapato
como si nada hubiera pasado.

Te echás a dormir sin contar las ovejas
y esperás al próximo domingo
para tirarte alcohol en medio de los dedos
y enjuagarte dos veces las manos
antes de entrar a la iglesia.

De tu boca solo salen plegarias
cuando el infierno se muda a la tierra
y el diablo toca a tu puerta
buscando cobijo
porque es un viejo amigo.
Pero apartás la cara
y lo dejás afuera.

El karma te canta serenata frente a tu sala
y tus ojos han sido abducidos por la pantalla
donde solo vale la pena
ver el noticiero
o el futbol
o la novela.

Amén, hermano míos.
Tiñamos de solidaridad nuestras yemas
y las clavamos por el recto
directo
al corazón insensible.
La religión solo es una almohada,
un cobijo,
una manzana acaramelada,
que nos hace promesas de cambio
mientras hay muertes por partos indeseados.

Es en ese momento donde nuestro cerebro
se traga el antidepresivo del final paralelo
y manda a dormir al remordimiento.
Y si, el Instagram y el Facebook son placebos.
Nosotros solo somos reos
de nuestra fragilidad como individuos
porque nunca culpamos al rostro en el espejo
de todo lo que hemos vivido.
Somos reos
de la facilidad de la que disponemos
por eso preferimos
estar leyendo o escribiendo
en wattpad.

Poesía insípida • #PGP2020 • [ 3 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora