No hay título que defina esta incoherencia

15 1 0
                                    

¿Cuándo podré respirar
sin que el oxígeno sea
triturado por mis huesos?

Voy absorbiendo el maldito aire
porque mi vida depende de eso,
pero qué sentido tiene
si al final del día
me siento como un ave: preso
y enjaulado en el vacío
que nunca he podido
tocar.

Sintiéndome intranquilo,
las horas pasan
y susurran los gritos
que aún no dejo
escapar.

Mi cerebro se altera
por cualquier incoherencia
y doblo mi espalda hacia atrás,
conteniendo las arcadas
y haciendo tronar
mi espina dorsal.

No soy un pez fuera del agua.
¿Por qué me cuesta tanto respirar?
Aspiro las mañanas que llegan
y al final
las murallas llenas
de escombros se derrumban.

Y
¿qué sentido tiene
no saber volar?
¿Qué sentido tiene ser ave
y no poder planear
un viaje buscando ese verano
que tus ojos nunca presenciaron?

¿Cómo se siente? Dime,
¿cómo se siente ser normal?

Me ahogo en la tristeza
como si fuera intencional

y mi cuerpo
aún palpitante
cae al precipicio,
el orificio sin filtros,
al espacio sin comas
donde el alba no se asoma.
Donde nadie, nunca,
ha logrado... ¿Sanar?

¿Eso se puede?
¿A qué costo?
¿Me conviene?
¿Qué clase de metamorfosis debo atravesar?
¿Qué clase de sueño dramático
debo desechar?

¿Cuál
es
el motivo?
De todo esto,
nada quedará.

Serán descartados los versos
donde podía ser un poco sincero.
Me siento mal. ¿Tu me puedes curar?
Me siento mal. ¿Estás
seguro de se puede salvar
un alma que pierde rápido la calma?
Y el secreto de mi defecto
es esta abstracta fragilidad.

Tengo miedo.
Tengo miedo.
Tengo miedo.

Mamá,
¿por qué te odio tanto
si se supone que no te debo odiar?

¿Por qué este ciclo anoréxico
gira en torno a los momentos de vacío?
La clave de todo es mantener la pasividad,
la clave de todo es echarte la culpa.
La clave de todo
es no saber porqué lloras
cuando mojas
la maldita almohada

justo
cuando
aparece
un alba.

Mátame ahora,
así no tendré motivos
para ver pasar las horas
desperdiciadas
de este inútil tiempo mío.

Y meto mis delgados dedos
hasta el fondo de mi garganta,
esperando una respuesta
pero solo me llega un placebo

mo
men

neo,

tan efímero como besar los labios
de esas nubes en el cielo.
Tan efímero como verte en el espejo
y creerte menos obsoleto
solo porque tu rostro es decorado
por rasgos superficialmente bellos.

Dime cómo resuelvo
esta jodida incógnita en mi vida
si no sé cuál es la causa.
Maldito carnaval de energía desperdiciada,
estoy estancado en un espiral
cuyo origen es una estafa,
una ilusión mal colocada,
una imagen fragmentada.

Estoy estancado entre curvas
que desaparecen antes de salir por mis dedos.
Voy tirando gritos internos
a partir se párrafos inconexos

y ni yo mismo
me entiendo.

Así que dime, ¡dime!,
 ¿cómo podrás sanar todo esto?
¿Cómo podrás regular lo que desde un inicio
ya estaba siendo obsoleto?
¿Cómo ganar en este juego sin sentido?
¿Cómo vivir acorde
a lo socialmente establecido?
Cuando no quiero nada esto...

Y trato,
¡te juro que trato!,
de tragarme la tristeza
que no pulula en ningún páramo,
esa soledad palpitante que solo respira cuando no hay nadie,
este problema mío
que es solo un caso irrelevante
dentro de un archivo,
un estante...

Porque
no
puedo
materializarte,

ni tomarte del cuello hasta asfixiarte,
ni meterme pastillas hasta intoxicarme,
ni dispararte,
ni apuñalarme,
ni cortarme las venas
hasta que tu esencia se derrame
porque solo estás
en el interior de este cuerpo cobarde

que se aferra
a tu pierna
hasta desgarrarte.
Me monopolizaste

y ahora,
tan solo,
vivo solo
para tragarme

tus frases, tus desvaríos,
tus amenazas al oído,
tu odio disfrazado de líbido,
tus mareos irritantes...

Entonces me ahogo en el baño,
rodeado de los papeles que forjaste
a punta de sangre,
a punta de mi sangre.

Dime cómo le hago para matarte
sin matarme.

Poesía insípida • #PGP2020 • [ 3 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora