Morado

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A veces quisiera golpearte,
triturar tus huesos,
dejarte inconsciente
y consumir tu cerebro.

Has pintado de morado mis manos,
los golpes han quedado remarcados
en los huecos de la habitación.
Descargo mi soledad en silencios amargos
mientras gastas saliva y te salen cayos

porque vos
solo sabés hablar de vos.
Y yo te dejo

porque no vale la pena
aguantar los espasmos
cuando toda tu actitud
está condenada al error.

Me entran ganas de arrancarte los ojos
y morderte los párpados,
pegar tus pupila al espejo de mi baño
y hacerte gemir de dolor con todo el daño
que puedo causarte yo.

Pero no.
Solo el silencio
alumbra mi habitación.

Dejo que golpees mis oídos hasta que sangren
mientras rujes sobre cuánto te duele el amor.
Dejo que cubras mis labios hasta que sangren
mientras vomitás blasfemias y devoción
sobre quien te ha herido tantas veces,
haciendo que le rueges misericordia a algún dios

cuando eres ateo.
Y yo te dejo,

dejo que descargues en mí
todos esos verbos.
Toda esa furia y culpa
que le echas al universo.

¿Por qué no te suicidas con las sábanas?
¿Por qué no te ahogas con tu propia saliva?
¿Por qué tengo que estar en línea
hasta que te quedes dormida?

¿Por qué tu
y no yo?

¿Por qué debo dejarme acribillar por tus besos
y hacerme el enamorado
con tu personalidad de niña?
Y me llenas de ira
porque es obra de la hipocresía
si nos mentimos sobre el amor.
Y dependes de mí
pero yo…

No aguanto que mis puños se pinten de morado
cuando todo lo que sentí parece haber caducado.

Dejo que hables y te destruyas,
mientras junto las piezas
que te harán sentirte única.

Dejo que tus labios se posen en mi mejilla,
dejo que tus palabras se confundan con las mías.
Dejo… te dejo usarme
como una muñeca mas, una arpía.
Maldita prostituta malagradecida,
¿por qué debo sentirme tan inferior
cuando te asfixias con el sufrimiento
que luego te hace gritar de excitación?

Y te revolcás en la cama
pensando en el próximo melodrama
que me dirás.
Pensás en maneras de hacerme sentir culpable
y luego esperas que te ame,
que adore, que te aguante,
que te susurre palabras bellas
e implore tu perdón.

Y yo
me dejo.

Porque soy demasiado diminuto
y prefiero
ser consumido por dolores ajenos
antes de enfrentar los míos.

Y hundís tus gastados dedos
en tu húmeda vagina,
haciendo que se tiña de rojo
todo el mundo exterior.
Y vos gritás y pataleás como niña
si por un minuto
aparto la vista
y no eres dueña
de mi atención.

Te doy el sermón que merecés,
pero por el oído vomitás lo que no comprendés
y le das restart al ciclo interminable de celo,
donde soltás lágrimas sin consuelo
a falta de amor propio.

Y yo te hago caso porque soy un ser obsoleto,
que cree que aguantando gente endeble
es posible restaurar todos los errores que comete

pero no.
Ya no,
se acabó.

Esta vez te dejaré llorando en la esquina,
aunque eso me deje a dos pasos
de convertirme en eso que desde antes solía
detestar.

Poesía insípida • #PGP2020 • [ 3 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora