Incongruencia parida por la inercia

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Un aroma fétido me persigue por las noches.

Veo las estrellas en el cielo y empiezo a dudar y a creer en mundos paralelos.

Los murciélagos golpean la ventana justo a las cinco de la mañana y escucho con oídos moribundos como el agua cae en picada.

La bañera se inunda y luego se vacía.

Los amaneceres nunca fueron tan deprimentes, el olor a cigarro se pierde con los demás ingredientes

de la comida que acabo de vomitar.

Entonces las palabras hacen eco. Entran por los agujeros que tengo a ambos lados del cerebro y me azotan el cráneo con sus ondas.

El ruido es una peste que debería ser erradicada.

Punza mi cabeza.

Y me dan ganas de herir y hacerles daño
a esas personas que juran haberme amado

alguna vez.

Me entran ganas de gritarles y espantarlos, con esas oraciones que nunca debo decir.

Y entonces fantaseo con mis dedos perforando sus cráneos
hasta que la vida se ve obligada a desistir.

Mis dedos tiemblan y sigo girando entre el carnaval de recuerdos.

Sube la rabia
y la ira
no se quiere ir.

Quisiera escupirles en la cara.
Gritarles que me quiero escapar de aquí.
Confesar que sus oraciones son incorrectas
y así mentir.

Romper la burbuja con esas voces que se colaban por en medio
es el peor error que alguna vez cometí.

¿Y cómo debo superar esto?
No lo sé. Hay telarañas saliendo de mí.

Entonces me quedo callado, guardo silencio. Porque el revuelo en mi cráneo a veces solo es opacado por la blancura incolora de la calma.

¡Pero no consigo encontrar la calma

en momentos así!

Sé que decir que los odio es incorrecto
pero a veces desearía acariciar con el filo del cinismo todos sus cuerpos.

Desearía perforar sus tímpanos con palabras tan antiguas, que se muestran arrugadas.

Pero mi boca está sellada.

Me dan ganas de gritarles que ellos no entienden nada de lo que me pasa. (¿Qué es lo que pasa?) Pero ya no tengo fuerzas para discutir.

Todo se deshace frente a mis dedos en este momento, como si el papel virtual absorbiera todos mis lamentos y ahogara mis lágrimas con resequedad.

No tengo ganas. Tan solo, no tengo ganas de llorar. No tengo ganas de nada.

Toda la melancolía guardada se evapora.

Todo el rencor acumulado ahora me ignora, no quiere mostrar su cara.

Y eso que antes estuve tan irritada. Ahora siento que no siento nada y las palabras se pierden en el lado grisáceo del cerebro donde ya no caben mas recuerdos.

Me he dado cuenta que solo soy un cobarde acosado por sentimientos intensos justo cuando debe guardar la calma y evitar sentir

la ira que lo domina al crear pensamientos obsoletos. Quisiera descubrir

por qué sigo estando cuerdo.

¿Cuánto tiempo llevo pensando esto?

El sentido se ha perdido desde la primera frase mal redactada.

Tengo ganas de dormir y al mismo tiempo
no tengo ganas de descansar del insomnio en el que sumergí.

Estoy siendo vaciado por todos esos sentimientos acumulados. Se han esfumado, se alejaron de mí.

Pero es temporal.
Todo es temporal.
Todo cambia.

Mi estado anímico se ve afectado por la fatiga
y ya
no sé
qué decir.

Poesía insípida • #PGP2020 • [ 3 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora