Lo que me hace ser yo

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Tres trenzas colgando del lado izquierdo de mi cabeza que hago y deshago cuando me pica algo en la cabeza, como una distracción para mis intranquilos dedos. Son la mantra que recito pero mis labios nunca dirán. Son la atención de mi mirada cuando me pongo tímida o nerviosa o me da pena socializar. Porque nunca me ha gustado ver a las personas a los ojos y estas me ayudan a disimular.

Un anillo en el dedo medio de mi mano derecha. Rayado y descolorido. Antes era dorado pero pasó a colores grisáceos, no sé porqué. Recuerdo intermitente su escaso brillo y le doy vueltas como un reflejo que casi siempre olvido. Me lo quito cuando me baño y cuando lavo y juego con él durante mis gritos, porque si lo pierdo o lo descuido durante un momento, es posible convocar a un estado de crisis o acrecentar mi arrastrada ansiedad.

Una pulsera que en realidad no es pulsera pero siempre se mantiene en mi muñeca, bailando tubo entre mi antebrazo y mi palma izquierda. Lleva poco tiempo ahí. Es un tanto obsoleta igual que su dueña, pues estaba colgada del cuello en el bolso de mi tía y pasé garabateando hazañas con sus diminutas perlas un día en el banco. Fue cuando la descubrí. O tal vez ella me descubrió a mi.

Y yo solo escribo esto porque ya era tiempo de poner algo medianamente positivo en este poemario. Algo que demuestre que aún soy capaz de seguir o crear o tratar de no tropezar en el rumbo que llevo o debo llevar.

Poesía insípida • #PGP2020 • [ 3 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora