El páramo

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Cuando leo, solo escucho rimas.
Las palabras conspiran.
Mi mente se va calentando
y mi respiración está colapsando.
Duele, duele, duele
pero no sé porqué.

¿Qué haré después?
El suspiro de la muerte
haciendo cosquillas en mi nuca
me tienta
y no puedo evitarlo.

A veces deseo morir
mas nunca lo intento.
A veces deseo vivir
pero nunca conservo
esos deseos
por mucho tiempo.

Todo pensamiento ha sido reciclado,
alguien más sabe que estás conspirando
en contra del sistema, paranoico,
que tanto problemas atrae.

Veo rimas constantes,
mis ojos me engañan.
Veo palabras distorsionadas
aunque aparte la mirada.

La poesía me persigue.
¿Por qué esos versos
aún ahora me siguen?
Quiero borrarlos, resetear
este sistema mío
que no para de envejecer.

Algo falla
en mí. Cerebro,
eres el único
capaz de entenderme.
Entonces, ¿por qué?
¿A qué se debe esta paranoia
tan recurrente?

Las letras se acumulan en mi cráneo
pero ninguna sílaba se escapa de mis labios.
Deseo morir mas nunca lo intento,
deseo revolucionar este estado muerto
pero parece que solo voy cayendo
al abismo frío carente de pensamientos.

Y la empatía, ¿dónde queda?
Me hundo, me hundo, me hundo.
Me estoy hundiendo y no hay mano
que tome la mía e impida mi descenso
hacia la locura. Voy yendo recto,
mis pies parecen firmes sobre el pavimento
pero es solo una metáfora fría
que no demuestra la verdadera melancolía.

Deseo
escapar
de este tormento.
Desearía
irme
corriendo

hacia el mundo de los sueños,
donde todo es perfecto.

El hyperurano está lejos,
creo que ya no puedo
ni verlo.
Ah, ¿cuánto tiempo
llevo almacenando esto?

Las palabras se aglomeran y giran
y giran y giran dentro del cuerpo.
A veces hay ideas, a veces hay días
donde todo es borroso y el inepto
soplo de viento que me levanta
ha decidido abandonarme por completo.

A veces
desearía creer fuertemente,
desearía amar. Ferviente
es la palabra que nunca describe
las cosas que me ocurren,
ese es mi único límite.

La misma emoción se inhibe.
¿Será verdad eso?

Quizás soy un robot obsoleto,
una máquina carente de sentimientos
pero eso me dejaría sin pretextos
para tachar entre escusas
lo que aún conservo
entre máscaras de flores
y paredes de helio.

Hay cicatrices tan duras y frías
como los cubos de hielo,
solo entre choques y rocas
eres capaz de romperlos.

Quité mi corona del bolsillo
y lo poco que me quedaba
lo tiré al fuego.
Lo vi arder, los vi
retorcerse en mi incendio interno.
Ninguno gritó, ya estaban deshechos;
ya estaban muertos por dentro.
Que decepción.

He vuelto a los cimientos,
al camino de regreso.
He vuelto a las metáforas duras
y a las palabras vacías. Creo
que esto carece de sentimiento.

¿Será palpable la monotonía?
Soy incapaz de comprenderlo.
Veo pasar los recuerdos
y solo me quedo
suspendido en el concierto iracundo
de la envidia y la falta de progreso.

Voy en retroceso.
Dos días seguidos en ese inagotable infierno
y siento que mis ojos arden,
aun cuando ya no estoy tan preso.

Tampoco estoy siendo liberado.
¿Cuál será el destino que embarque
mi condición de poseso
a un viaje sin retorno,
a través de un interminable milenio?

Guardaré la calma
durante un par de días
y luego explotaré. Antes de
terminar mi frívola travesía,
seguro moriré aplastado por el tranvía
conducido por las ovejas mareadas
que escaparon del limbo.

Voy a dormir antes de ahogar
entre suspiros innecesarios
estas pedantes lágrimas
que cuelgan de mis párpados.

Voy a soñar antes de enfatizar
entre quejidos, estos recuerdos
que solo ensombrecen el páramo
de ideas absurdas
formadas por resecos labios

(por esos resecos labios
que solo dicen monólogos y diálogos).

Por esos labios que me atraen
y me entorpecen al mismo tiempo.
Y quiero arrancarlos
para no volver a oír su voz.

¿Por qué siempre apareces en mis versos?
Creí que ya te había superado,
pero dos días en el inagotable infierno
me hacen querer ahorcarte. Sube la ira
y no puedo dejar de pensar en tí.

Mátame ahora
o déjame vivir,
ya no importa.
Creo que nunca
regresaré ahí.
(Tengo miedo)
porque parece que nunca
dejaré de sentir
este opresivo rencor
que me atrae y me aleja,
me jala, me espanta y espera
que vuelva a sentir
el amor que quemé
luego de empezar a vivir.

Poesía insípida • #PGP2020 • [ 3 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora