Capítulo 2 (mini)

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¡Hasta el siguiente sábado!

Estaba por fin llevándose algo en la boca, cuando le llegó a sus oídos.

— ¿Has visto el vestido que lleva? ¡Es horrible! ¡Y ese peinado! Parece una torre torcida.

Unas risas histriónicas la acompañaron. Tuvo que alejarse para que no le rompieran los oídos. ¡Qué desagradables eran!

— La próxima vez le prestaré mi doncella para que le haga mejor el conjunto.

— ¡Cuánto sabes de moda!

— He estado en París, queridas. Allí las modistas eran diosas de la costura, en cambio aquí, son mediocres.

Nada más escucharlas, se le quitó el apetito. No podía con la arrogancia, petulancia y engreimiento de esas chicas. Pobre el iluso que se fijaran en ellas. Cogió un vaso para pasar la bola que se le había hecho en la garganta.

— Eh, tú — tampoco tenía modales, rechinó los dientes al escuchar la misma voz de antes—, ¿podrías servir un poco más de ponche? Se me ha quedado vacío.

— Si no fuera porque se lo ha bebido rápido, quizás, no pediría otra vez que se lo rellenara — algo dentro de él hizo que saltara.

Lady Quinn le hubiera dado una colleja por su falta de tacto.

Alguien cerca de ellos, tosió. Sería alguien de su círculo.

— ¿Sabe con quién está hablando?

— No, ni me interesa — se giró y vio unos ojos azules chispeando de furia. ¡Vaya la había hecho enfadar! Incluso, su vaso seguía medio lleno.

— ¡Es un mesero y tiene la obligación de atenderme!

Su padre le hubiera estallado la vena de la sien al oírlo.

— Es muy graciosa — dijo con sarcasmo y otra vez se escuchó una tos —. ¿Por qué no usa unas gafas para ver mejor?

Las dos chicas que acompañaban a la abeja reina jadearon y ella, sin previo aviso, le sonrió. Pero fue una sonrisa glacial. Cuando quiso darse cuenta, sintió algo pegajoso y frío correrse por su chaleco. Maldijo en voz baja.

— Tiene razón, necesito unas gafas. Ya no quiero más ponche, no está como a mí me gusta — se dio la vuelta con su ejército de abejitas.

Sophie al presenciar el episodio, le ayudó a limpiarlo. Luego, se unió Edward.

— ¿Qué locura se te ha metido en enfrentarte a ella? Es la hija de lord Stranford, un importante lord y amigo de la reina Victoria.

— No sé, la verdad— la verdad que escucharla le había enervado, y más, cuando se había dirigido de esa forma hacia él.

— Por fin has conocido a la princesita.

— No estoy muy encantado de haberla conocido — detuvo la mano femenina, ya que su cuerpo le afectaba su cercanía y su toque, y cogió él pañuelo para limpiarse.

— Disculpen — una voz grave se alzó sobre ellos. Edward abrió los ojos y Sophie se quedó pálida, su primo la cogió del brazo para apartarla —. Quería hablar con usted, lord Quinn.

— Perdone, no estoy de ánimo para hablar — sin figurarse quién era.

— ¿No le interesaría hablar con lord Stranford?

Ahora entendió las expresiones de sus caras.

Lo había jodido.

Mírame a mí  © #2 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora