Capítulo 33

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El sueño se tornó más confortable. 

Muy confortable. 

Sonó en medio del silencio un crujido de las sábanas de una cama ya revueltas, señales de un posible insomnio, pero no fue en este caso. Un leve sonido que no les hizo despertar, ni les hizo parar. No les detuvo cuando se sentían, más allá de los vestigios del poder de Morfeo; cuando sus pieles se calentaban  a cada segundo que transcurría.

Caricias que navegaron en la oscuridad, pero persiguiendo la piel del otro. Las manos masculinas se toparon con la camisa de lino, no mas no fue impedimento de continuar, de descubrir, de abrazarla. Su rostro la buscó, inconsciente, ella igual que él, intuyendo su movimiento. Ambos se refugiaron, acariciándose hasta notar el roce de unos labios. Despacio, familiarizándose, acompándose a los latidos, se besaron.

Ya no fue un sueño. La conciencia los atravesó, pero no les  fue impedimento para continuar.

 Ella lo sintió, se agarró a él con fuerza, devolviéndole los besos con la esa fiera intensidad que la dominaba y la mareaba. Su cuerpo quedó tumbado mientras él se posicionaba sobre ella, cargando todo su peso en los puños que estaban apretados, a cada uno de su rostro; sus nudillos indicaban que la tensión aumentaba dentro de él. Aun así, no cayó. No cayó, la siguió besando, tomando sus labios como el licor que anhelaba saborear y emborracharse. Empujó y abrió su boca para entrar más en ella, tocar su lengua con la suya e iniciar una caricia que los prendió como la pequeña mecha que daba lugar a un gran fuego, cuya intención de él era arrasarlo con todo.

Se revolvieron, se retorcieron, sin detenerse todavía. Los cuerpos lo ansiaban, también, sus corazones se lo demandaban. Solo un atisbo, él se paró, tragando con dificultad, oyendo sus propios latidos. Apoyó su frente sobre el de ella.

- Estoy a punto de romper mi promesa, Georgina.

Su nombre pronunciado en ese ronco susurro le calentó las entrañas. Las sintió encogerse.

- ¿Qué promesa? - subió sus manos sobre sus brazos desnudos hasta dejarlas posadas en sus hombros tensos. Las bajó y sintió sus temblores. 

- Quiero hacer las cosas - volvió a tragar - bien. Quiero que seas mi esposa.

Él notó su titubeo.

- ¿No me crees?

- Dime que no es una broma porque podrías ilusionarme como una tonta y no quiero sufrir por ello.

- No es una broma, Georgina -absurdamente, le creía. Sintió sus labios posarse en su sien, su frente, su nariz, su mejilla ... -. Quiero que sea mi esposa, mi amada y mi compañera. Te amo. Eso para mí no es una broma.

- Entonces, hágame su esposa - le demandó.

 Ojalá pudiera verla a plena luz, para ver sus ojos, su rostro, sus facciones

- Falta que consiga una licencia especial y el permiso de su padre.

Ella negó con la cabeza, extrañándolo, y más cuando lo cogió con sus piernas, acercándolo. Jadeó y gimoteó, el control se le estaba escapando.

- ¿Qué haces? - estaba rompiéndose.

Aguantó.

- Hazme su esposa de corazón, ya llegarán los formalismos más adelante. Te amo, y no quiero perder más el  tiempo.

Lo besó, sorprendiéndolo, haciéndole sentir hasta el último gramo de su cuerpo, su amor, lo que le propició que le respondiera, sin dejarse tampoco nada en el tintero.

 Atrapó sus manos y empujó. Jadearon. Devoró sus labios y le soltó las manos, sacándole la camisa de lino, avaricioso de su suavidad, de cada respuesta de su cuerpo, de su movimiento, de su balanceo, de su calor. Prosiguió, en cada curva, en su piel erizada, en cada punta de sus senos. Los mordió, amasó, acarició y besó.

La puso en contra de las cuerdas. Casi al límite. Ardió con ella, quemándola, a su paso, adentrándose y atrayéndola al abismo de la pasión. No se quedó quieta; torturándolo con sus caricias inocentes, dulces y atrevidas. 

Lucharon para ganar; lucharon para perder, pero ya habían perdido en la batalla nada más haberse iniciado. Un segundo después, todo se rompió en mil esquirlas, alcanzando la increíble cima del placer, que verberó en ellos, en oleadas, dejándolos exhaustos y abrumados por la intensidad.

La abrazó, no rompiendo el contacto mientras intentaban recuperar el aliento. La calma que parecía haber desaparecido, fue resurgiendo cuando sus corazones se tranquilizaron.

 Sonrieron tontamente en la oscuridad y volvieron a besarse. 

El sueño se había quedado atrás.

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AVISO

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Muy pronto esta historia acabará, no sin antes de resolver ciertas dudas. 

Por ejemplo, lady Rider 🙈🙈🙈

Espero que os haya gustado, sino, me lo dejáis en comentarios.

Besitos

😘😘😘😘😘

Mírame a mí  © #2 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora