AVISO:
¡¡¡Es muy breve!!
La alegría que brilló en los ojos de la chica, no le pasó desapercibido a lord Quinn, que estaba intentando no prestarle atención, no demasiada, guardando las partituras de ese día de clase en el maletín. Una de las criadas había entrado para entregarle a la joven como una especie de nota. Por la cara que compuso, no se lo esperó. ¿Y él? Tampoco.
Intentó no curiosear sobre ello.
— ¿Una buena noticia? — inquirió echando los cierres del maletín. No alzó el rostro.
La clase había ido bien, tan bien que se preguntó si no sería una ilusión creada por su mente. No fue así. La señorita Stranford estaba de buen talante ese día; él, también. Las rencillas parecían ser que habían terminado, y con ello, el mal rollo que hubo en el inicio. Dio la clase con normalidad, sin ningún tipo de sobresalto. Aun así, giró el rostro y la observó, quedándose quieto en su escrutinio. Los rayos de aquella tarde invadían la habitación, bañándola. Bañándola a ella, también. No lo había escuchado. ¿Esa nota había captado toda su interés?
Metió las manos en los bolsillos mientras intentaba no sobresalirse de su papel.
¿Qué le pasaba? , no se consideraba una persona cotilla, que estuviera husmeando en las cosas de los demás. Era de mal gusto. Hizo una mueca mentalmente. Como le dijo una vez, no tenía por qué meterse en sus asuntos. Él no tenía ese derecho.
Georgina al acabar la nota, frunció el ceño, ¿había dicho algo?
— Lo siento. ¿Ha dicho algo?
Él negó con la cabeza con una sonrisa, que no le llegó a los ojos.
— No, nada. Me iba a despedir y, de paso, le devolveré el paraguas y la ropa prestada a Wilson — se acordó, siendo su excusa, su tapadera para demostrarle que no había dicho nada, cuando sí, cuando había tenido el amago de saber.
— Cierto, la ropa — dobló la nota y él quiso saber su contenido —. Wilson estará contento de que la tenga de nuevo.
No podía hacerlo.
Recuérdalo, eres su profesor.
— Sí, no creo que le hiciera mucha gracia al prestármela. Además, tenemos distintas medidas.
¿Por qué había dicho esa tontería cuando era una cosa obvia?, se dio un golpe mental.
— Bueno, era de extremada urgencia. No podía irse con la ropa mojada y más con el tiempo que hacía ayer. Por suerte, hoy, es diferente.
Diferente en todos los sentidos.
Cabeceó para alejar ese pensamiento, aun así, no se fue de su mente. Su cuerpo tampoco se movió, clavado en el suelo, mirándola.
— Sí — despertándose de esa "abstracción" —. Gracias de nuevo, por la intención.
— No podía hacer menos —esbozó una sonrisa sincera —. Qué tenga un buen día, profesor.
Asintió y se despidió de ella. Cerró la puerta tras él, apoyándose brevemente en ella.
Aunque había ido la clase maravillosamente bien, odió más que nunca ser su profesor.
¿Qué diantres le estaba pasando?
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Mírame a mí © #2 Saga Matrimonios
أدب تاريخي¿Podía surgir el amor entre un pianista, obligado a buscarse el sustento para alejarse de la tiranía de su padre, y una joven acomodada y criada entre algodones? Otra historia llena de clichés. No soy responsable de las críticas que se pueden genera...