¿Podía surgir el amor entre un pianista, obligado a buscarse el sustento para alejarse de la tiranía de su padre, y una joven acomodada y criada entre algodones?
Otra historia llena de clichés. No soy responsable de las críticas que se pueden genera...
Lord Quinn estaba esperándola en el interior de la sala de música. Se había colocado en el asiento del piano cuando oyó el sonido de sus zapatos, delatando de su próxima llegada. Solo se levantó cuando ella entró, haciendo gala de su buena educación. No iba a ser menos.
— Buenos días, señorita Stranford. ¿Está teniendo un buen día?
Ella respondió con su perezoso encogimiento de hombros. Le valdría como respuesta. Le hizo la señal para que se sentara y pudiera dar comienzo en la clase. El episodio que habían compartido, se había esfumado entre ellos, como si nunca la hubiera visto llorar, como si nunca hubieran estado en ese pequeño lugar, ajenos al mundo. Sus dedos se deslizaron por cada tecla, haciendo sonar una melodía que no sabía cuál era.
— ¿Podría seguirme ahora? — se detuvo, cortando la música de repente.
— ¿Por qué no?
Sino eran sus respuestas silenciosas; eran sus desafíos. Solo que... no estuvo preparado para su siguiente paso.
— Estaba pensando de que podría ganar más dinero haciendo otras tareas de las cuales no le ocuparían mucho tiempo.
Siguiéndole el juego, le preguntó.
— ¿En qué había pensado?
— Un beso.
No la había oído bien, se rio porque era una cosa surrealista.
— ¿Cómo?
Pero parecía ser que no era una broma.
— Lo que le he dicho: un beso — la joven se giró hacia su persona para mirarlo, con esos ojos de azul cristal —. Le podría dar una cantidad generosa a cambio de darme un beso.
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Si todo marcha bien, nos leemos mañana 😘😘😘😘
Buen viernes
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