Se contuvo. Se contuvo en las ganas que no le faltaban de cumplir con su amenaza.
Detrás de él, la puerta se cerró. Poniendo distancia a esa arpía, que le gustaba llevar la paciencia de las personas al límite, en un segundo, para que se hiciera todo trizas. Si se hubiera quedado más tiempo en esa habitación, teniéndola cerca, no hubiera sido responsable de sus actos. No lo hubiera sido. Aunque podía alegar que la culpa la había tenido ella, en sus indecibles provocaciones, el que se cargaría con la vajilla rota, sería él. No iba a permitir que fuera así.
No preguntó al mayordomo u otro sirviente para buscar a lord Stranford y comunicarle su deseo de renunciar. Lo había dicho en caliente, con la sangre hirviendo, producido por la inmensa rabia que lo estaba azotando.
Ella, cuán princesa que era, no había demostrado signo o señal de vergüenza o arrepentimiento, solo quería que se hiciera lo que ella se mandara, con su innata altivez. Ladeó el rostro, sospesando en los pros y los contra. Las decisiones en caliente no eran las mejores. Él se había dejado llevar por el momento, por su descaro y desafío. Tenía que meditarlo seriamente antes de tomar una decisión definitiva. No podía dejarle que se saliera con la suya, así tan fácilmente. Por otra parte, no iba a volver ahora o quién sabía, ¿nunca?
Se pasó una mano por el rostro, cansado, indeciso y frustrado. Se alejó de allí y no tuvo interés que lo acompañara a la salida. ¡Qué ironía! Más que nunca necesitaba a Sophie a su lado; y parece ser que en ese momento que más la necesitaba, más quería besarla, abrazarla, sentirla, no estaba.
Era evidente que no estaba siendo su mejor día.
***
Gigi se acercó en el alféizar donde se sentó. Lo buscó con la mirada a pesar de los cristales que estaban marcados por los hilos de agua que se habían deslizado antes por la superficie, ahora no lo hacían. Se había desatado cuando los dos se habían enzarzado en esa batalla verbal. Apoyó las palmas sobre el cristal frío. No lo vio; tampoco, regresó.
¿Por qué preocuparse por él?
¿Por qué cuando le había pedido que se fuera?
Su corazón, incomprendido, protestó, señalándole que no estaba conforme con lo que había sucedido, con lo que le había dicho, por más que sintiera unos irrefrenables celos, por más que quería demostrarle que le era indiferente. Una simple hormiguita. Pero que le importaba de verdad.
Le importaba mucho.
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Mírame a mí © #2 Saga Matrimonios
Historical Fiction¿Podía surgir el amor entre un pianista, obligado a buscarse el sustento para alejarse de la tiranía de su padre, y una joven acomodada y criada entre algodones? Otra historia llena de clichés. No soy responsable de las críticas que se pueden genera...