Capítulo 16

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Este capítulo estaba escrito en un borrador, lo he modificado porque los tres anteriores eran nuevos. Lo he intentado que vaya acorde a ellos, a los últimos hechos. Si hay algo raro, me decís.

Os iré leyendo a ver qué os parece

Besitos y mucho ánimo

😘😘😘😘😘

Lady Rider se iba a casar.

Eso fue un mazazo para su mente y cuerpo. ¿Cómo? Cuando, precisamente, ella le había dicho su reticencia en no casarse, cuando le había declarado con sus palabras, besos que lo quería, cuando le había suplicado que lo mantuviera en secreto.

Ahora sabía el porqué de ello.

Dolido, fue a pedirle explicaciones en ese mismo día cuando la noticia estalló delante de sus narices. No pudo dárselas porque la matriarca le dijo que no volviera a poner un pie más en su casa. Estaba claro que no era bien recibido y se había enterado de su romance. 

¿Por qué tenía pasar aquello? ¿Por qué?

Más tarde, antes del ocaso, fue al club y le preguntó a Edward sobre su prima. Este le pidió para su desconcierto que se rindiera. La boda de su prima con ese caballero seguiría adelante, a pesar de que esta no lo amaba.

— No le busques la ruina, amigo. Bastante tiene con una familia enfrentada porque se enamoró de quien no debía.

— ¿Cómo le puedes decir eso a tu amigo?

— Porque no quiero que sufras. Ella se olvidará de ti; haz lo mismo.

— ¡Jamás!

Esa fue la primera vez que se peleó seriamente con su amigo. Después de su tensa conversación; no desistió. Se fue directamente a emborracharse para desahogarse de su mala suerte, de esa traición que nunca había esperado por parte de ella. Aun así, si ella le dijera de volver, de darle una oportunidad, se la daría con los ojos cerrados. 

Eres un zopenco. 

Se lamentó toda la noche entre copa y copa, subiéndose el alcohol a la cabeza. Luego. Boom, llegaron unos ángeles para salvarlo de caer en otras tentaciones. Sin embargo, uno de ellos, no era precisamente un ángel, sino un lobito disfrazado de corderito.

¿Cómo no pudo darse cuenta de que era un absurdo disfraz en el primer segundo que sus ojos se posaran sobre su figura?

Era ella. 

La señorita Stranford. 

Esa dama que lo arrastraba a los infiernos con solo su lengua afilada. Le hubiera gustado hacerle algo a esa dichosa lengua, no era cortársela. Se rio interiormente de tal pensamiento, porque si fuera por él, no la tocaría aunque fuera la última mujer deseable del mundo.  

¿Había dicho deseable?

Estaba claro que era producto de que no estaba sobrio, sino ebrio hasta las trancas. Aun así, no fue excusa el alcohol que sintiera más que nunca su presencia, su aroma inocente y sus curvas que dejaban entrever sus ropas masculinas.

Había perdido la cabeza. 

Afortunadamente, tras una guerra verbal, ella salió junto con el señorito Finnigan. 

¿Qué tipo de relación tendrían para que él fuera a cumplir con todos sus deseos?

Se habría enamorado de ella, sino no tendría esa explicación. 

Mírame a mí  © #2 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora