Capítulo 20 (mini)

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Espero pronto poner rostros a los protagonistas. Pero no he podido aguantar con uno de los personajes. No es Oliver, ni Edward.... Es lord Wakefield, un personaje que para mí ha sido inesperado que pondrá su granito de arena en la historia. De quién me he basado, en Berlín (adoro al actor).

PD: me encanta la casa de papel. Hacía una semana que he empecé a verla, y ya estoy con la tercera temporada. Nunca es tarde...

Espero que estéis bien!!!

Besitos 

😘😘😘😘😘


— ¿Ha seguido adelante con mi consejo?

Detuvo el tamborileo de sus dedos y ladeó su rostro hacia el caballero que se había dirigido a él. No fue una enorme sorpresa al reconocer el rostro masculino. Le hizo un gesto para que sentara en la mesa que estaba y un camarero les atendió, anotando sus bebidas, que dispuso al segundo en servirles. 

— Me temo que no. No he encontrado a la mora que me dijo que quitaría la mancha de la otra — podría haberlo ignorado. Lo hubiera hecho si hubiera querido ahorrarse la conversación que le daría.

— Hay muchas en esta ciudad — el hombre se inclinó con el cigarrillo que tení agarrado en dos de sus dedos —. ¿Quién le para?

— No me para nadie — replicó con una sonrisa tensa —. No estoy inspirado.

Echó para atrás a la silla, necesitando un poco de aire.

— Mmmm. Entonces, le falta inspiración, es decir, una sublime inspiración. Tiene un gusto exigente, amigo mío. 

— Soy como otro hombre en este mismo lugar.

Lord Wakefield se rio, provocándole que frunciera el ceño.

— Si fuera así, no haría miras, ni presentaría excusas a cualquier mujer que se le presentara. ¿Qué me dice de su alumna, la señorita Stranford?

Pestañeó, no se lo podía decir seriamente. Lo miró y este expulsó el humo de sus labios, haciéndose el interesado.

— Tengo entendido que pasa tiempo con ella.

— ¿Es una broma? No es ético, ni moral.

Parecía ser que no. Se encogió de hombros.

— No hay ninguna norma escrita que le impida seducirla, lord Quinn. ¿Quién le dice que  no? Sería una buena candidata para darle una sacudida a sus sentimientos y olvidar a lady Rider, aunque me ha negado ahora mismo que nadie le para.

Soltó una risa nerviosa que acabó rápidamente porque no tenía gracia el asunto. Apretó los labios. El recuerdo de ella cuando le propuso un beso a cambio de dinero estalló en su mente. 

— En su lugar, yo lo haría.

Inconsciente, su mano se formó un puño encima del mantel blanco.

— Olvídalo. Es un disparate. La señorita Stranford es mi alumna y no pienso en ella como un trozo de carne.

— De acuerdo, amigo mío. Era una sugerencia.

— Una mala sugerencia — se acabó con su bebida y dejó el dinero en la mesa —. Espero que la próxima vez que nos veamos, no tengamos la misma conversación, lord Wakefield.

— En mi caso, le deseo que la próxima vez — repitiendo esas dos palabras—, no tenga esa cara avinagrada. La vida está para disfrutarla, no para amargarse tan pronto.

Sí, que era gracioso. 

No cayó en su provocación y salió de allí, dándole la espalda mientras que el otro ladeaba la cara con una sonrisa mientras paladeaba el sabor del whisky y seguía fumando. No había mejor combinación que un cigarrillo y un buen whisky.

¡Qué pena que otros no lo supieran apreciar! Incluido, su amigo, lord Quinn.


Mírame a mí  © #2 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora