game ; woosan

28.

Con el paso del tiempo San se recuperó.

Habló con su familia respecto al tema y le comprendieron, pero aún así decidieron que Haneul debía quedarse con ellos, decisión que San aprobó.

Empezó a salir más con sus amigos, a disfrutar de las pequeñas cosas que hacía, del tiempo que pasaba en aquel videojuego; pues ya no era una simple distracción y evasión de la realidad, se había vuelto rutina adentrarse en ese pequeño mundo y jugar con su amigo.

¿Debía llamarlo así? No tenía muy clara su relación, pasaban muchas tardes juntos, hablaban sobre cómo les había ido el día, hablaban de qué les gustaba, hacían alguna mazmorra juntos, veían películas y realmente se había vuelto alguien importante para él.

No sabía su nombre, no sabía siquiera si todo lo que le había dicho era mentira o no, pero todo lo que le englobaba se sentía muy real, muy natural. Se sentía seguro, que no importaba estar a kilómetros de distancia o incluso si vivían en ciudades distintas. Todo estaba bien.

¿Pero San le consideraba un amigo? San nunca había tenido un amigo a distancia, por lo que no lo sabía con certeza, quería conocerlo más, escuchar su voz... ¿Eso era normal, no? 

San simplemente supuso que así era, no es como si estuviese interesado por él o algo parecido. 

¿O quizá sí?

Es cierto que quería saber más y más, tenía interés en qué cosas le gustaban, a qué dedicaba sus mañanas y un largo etcétera, pero San estaba confuso y no sabía exactamente qué sentía.

Un trueno le sacó de sus pensamientos, en algún momento había empezado a caer una tormenta de la que ni siquiera fue consciente por pensar en aquel chico.

Fue a prepararse un chocolate caliente, desde pequeño había sido muy fanático de las tormentas por lo que no tenía miedo a los truenos.

Sin embargo, justo en la casa de al lado no ocurrió lo mismo.

Wooyoung había decidido apagar su portátil porque estaba realmente asustado por la tormenta.

Se metió corriendo en la cama, cogió unos auriculares e intentó ignorar la tormenta; pero los relámpagos que se hacían presentes en su habitación y los truenos sonando por encima de su música lo complicaba todo.

Wooyoung llevaba desde pequeño con un miedo atroz a las tormentas, la lluvia como tal le gustaba, pero cuando ésta empeoraba y empezaba a tronar su miedo aparecía. 

Siempre había tenido a sus padres para estas situaciones o algún amigo, pero esa noche se sentía desprotegido, como un niño pequeño sin su manta para defenderse de los monstruos, se sentía indefenso y no podía llamar a nadie para que fuese a su casa con el tiempo que hacía, eso sería de locos.

Y algo hizo click en su cabeza.

San vivía a literalmente diez pasos.

¿Debería ir a su casa? ¿Pero qué le diría?

"San, ¿te importa si paso esta noche contigo? Es que pese a tener 19 años sigo teniéndole miedo a las tormentas"

Eso sería muy patético de su parte, ¿no?

Intentó pensar en una excusa decente para ir a su casa, ¿pedirle sal? No, eso era de película. ¿Preguntarle si su Internet funcionaba o solo había fallado el suyo? No, era poco creíble.

¿Qué podría decirle?

Wooyoung pensó en alguna excusa, pero de un momento a otro se escuchó un trueno muy cercano a él, causando que pegase un pequeño salto por lo inesperado que fue, además de que llegó a visualizar el relámpago con sus propios ojos no muy lejos de su casa, por lo que no dudó un segundo en salir corriendo de casa y dirigirse hacia la de San.

Ni siquiera se fijó en la ropa que llevaba puesta; no iba en pijama, pero tampoco estaba mostrando su mejor vestimenta para ver al chico que le gustaba; llevaba unos pantalones negros de deporte para estar cómodo por casa y una camiseta blanca de manga corta, ya que dentro de su casa no tenía ni la más pizca de frío.

En cuanto llegó a la puerta de San, pegó al timbre y rezó porque estuviera en casa -posibilidad que no había tenido en cuenta- porque sino, no sabría qué hacer. 

Pensó en llamar una vez más, pues habían pasado unos segundos y San no abría, pero cuando escuchó la puerta abrirse, sintió que la suerte estaba de su parte.