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Joaquín

Creí que luego del inesperado, incluso para mí, beso que le di anoche a Emilio, las cosas estarían de alguna manera incómodas, que no podríamos siquiera sostenernos la mirada, pero me he quedado sorprendido cuando Emilio me ha recogido esta mañana y su actitud ha sido una completamente diferente a la que imaginaba, incluso se dignó a contarme algún tipo de chiste, sin gracia cabe destacar, pero ha sido un chiste a fin de cuentas. Me ha sonreído más de dos veces y digamos que hemos tenido bastante contacto físico, si de choques de hombros hablamos.

Ya ha pasado más de una hora y media, sin embargo, la he sentimos como minutos. El ánimo de Emilio ha sido el mejor desde la primera hora, lo que me causa buen humor a mí. Hemos reído un par de veces y todos los ejercicios me los ha explicado de una manera prudente, no gritando como acostumbraba hacerlo, por lo que se me ha dado bien e incluso he quedado con ganas de más.

— ¿No te pillaron ayer? —me atrevo a preguntarle, teniendo por fin nuestra primera conversación sobre lo ocurrido.

Estoy sentado mientras él hace abdominales, sé que debería ser al revés pero me ha dado un tiempo libre para descansar.

—No, no lo han hecho antes y lo harán ahora. —me habla sin detener sus abdominales.

Solo asiento y nos quedamos en silencio, todo lo que se oye es la agitada respiración de Emilio debido a su sobre exigencia, soltando quejidos sin intenciones de iniciar una conversación. Comienzo a jugar con la tierra, hago figuras en ella hasta que siento el peso de su mirada evadiéndome y provocándome un cosquilleo que no logro interpretar, alzo la vista pensando que mirará hacia otro lado, pero no lo hace. Detiene sus abdominales, apoyando sus antebrazos en sus rodillas flexionadas y mirándome sin ningún pudor, tan descarado pero sin expresión alguna, retándome con la mirada, y por supuesto que no se la aparto, lo miro con la misma intensidad, sin afán de darle en el gusto, de aumentar su ego.

Finalmente, luego de largos y eternos segundos de juegos de miradas, donde Emilio ya había estabilizado su respiración; decidió hablar.

—Te noto algo distinto. —arrugo las cejas a su comentario, dejando pasar la sensación de su voz ronca, confundido con lo que busca decir, teniendo en cuenta que sigo siendo el mismo de siempre.— No, me equivoqué.

Se encoge de hombros y se levanta del suelo, se limpia el trasero y se me acerca, no le despego la mirada en ningún momento, veo cada paso que da hasta quedar frente a mí. Me estira sus manos para alzarme, me afirmo en ellas y me levanto, no fue hasta estar arriba que noto el poco espacia que habita entre ambos, obligándome a alzar el mentón debido a la diferencia de altura, recordando cuan cercanos últimamente nos encontrábamos.

Nos miramos unos segundos hasta que Emilio se aleja, lo siguiente que hace me deja paralizado. Sin despegarme la mirada se quita la camiseta, la tira al suelo y lentamente se quita sus pantalones, quedando solo con su bóxer.

Evito mirar su cuerpo, aún cuando mis ojos piquen por hacerlo, en vez de eso, me concentro en el ridículo ardor de mis mejillas, tan traicioneras que por un momento las detesté al delatarme de tal forma.

— ¿Qué estás haciendo? —pregunto sin siquiera alzar la mirada, con la voz más temblorosa de lo que esperaba, sintiendo repentinamente la garganta seca.

—Vamos a meternos al lago.

—Debe estar congelado. —es temprano y hace un frío de mierda, ese lago debe ser más hielo que agua.

Oigo la exhalación de su sonrisa, —Vamos, no seas cobarde. —su voz tan tentadora, ronca e incluso juguetona; me han obligado a alzar el mentón y buscar con rapidez sus ojos. Y cuando lo hago, puedo ver solo unos orbes desafiantes. Me está desafiando, pero no caeré en su juego.

𝐌𝐈𝐋𝐈𝐓𝐀𝐑 ♥︎ᵎ EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora