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Emilio

Las ruedas de la camioneta chocando con el húmedo piso me desconciertan un poco, mis párpados pelean por cerrarse mientras que el resto de mis sentidos prefieren mantenerse despiertos antes de que tengamos un accidente.

La lluvia ha aumentado un cien por ciento desde que nos tumbamos en el auto. Joaquín va de copiloto cubriéndose con la toalla mientras mira la lluvia golpear las ventanillas del auto, en cambio yo voy de piloto, mis piernas tiemblan de frío y estoy muy asustado porque nunca he manejado con lluvia, los vidrios comenzaron a empañarse y la lluvia violenta solo me pone más nervioso. Tengo las manos apretadas al volante e incluso intento no parpadear.

He visto en internet un lugar bastante cerca de la playa donde podemos quedarnos, y he decidido manejar hasta ahí en lugar de volver, serían tres horas en donde no podría mover ni un solo músculo por los nervios, en cambio ahora solo debo manejar una hora. Además que he hablado con Dani y me ha dicho que mejor pase la noche acá, prefiere eso a que su camioneta termine dañada.

—Ya casi llegamos. —le aviso cuando pasamos un aviso de la residencial.

Cuando llegamos lo primero que veo es el color piel de hotel y su forma tan... cuadrada. Pero no me quejo, es el más decente que he encontrado y además cerca.

Me apresuro a entrar, dejando a Joaquín descansar en el auto, acercándome rápidamente al mesón donde una joven se encuentra.

—Bienvenido a City Express. —me dice con una amable sonrisa.

—Hola, quiero reversar una habitación con dos camas.

La chica comienza a ver su computador, —No nos quedan, solo matrimoniales.

—Bien, una matrimonial.

— ¿Algo en específico?

Me sacudo el pelo mientras pienso, —No en realidad.

— ¿Edad?

—Diecinueve. —asiente sin despegar los dedos de la computadora.

Asiente, —Bien, —escribe rápidamente en su computador.— una habitación matrimonial... Serían 1034,97 pesos.

Saco mi billetera del bolsillo trasero y le entrego una de mis tarjetas. Hacemos la transacción y me entrega la llave de la habitación.

—Wifi gratis, estacionamientos también; no se permiten ni mascotas ni fumar y servicio de recepción las veinticuatro horas. Que pase una linda noche.

Asiento, le agradezco y corro nuevamente al auto, lo estaciono dentro del hotel y entramos. En el ascensor veo que sus ojos parpadean más de los normal, en su carita noto lo cansado que está así que me acerco y lo abrazo por la cintura.

—Lamento esto, lo arruiné.

Niega, —No, este día ha sido perfecto. No lo pienses tanto. —me besa la mejilla y salimos del ascensor.

Al llegar a nuestra habitación vemos el reducido espacio que tenemos, pero está todo en su lugar y no es desagradable para nada, aunque en verdad odio el color de las paredes. Y también tiene una ventana en medio de una de ellas que da vista al exterior. Lo primero que hace Joaquín es tirar su bolso a la cama y pararse frente a la ventana.

Le copio el acto y tiro el bolso a la cama para luego sentarme, aprovecho de avisarle a Dani que ya estamos bien ya que no quiero que se preocupen mis padres. Cuando me responde guardo el móvil y miro la espalda de Joaquín, su cintura angosta me produce curiosidad y sus brazos delgados ganas de abrazarlo. No me resisto y me levanto para caminar hasta quedar detrás de su espalda, lo observo una vez más y llevo mis manos a su cintura donde lo envuelvo hasta tocar su panza.

𝐌𝐈𝐋𝐈𝐓𝐀𝐑 ♥︎ᵎ EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora