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Joaquín

Espero ansioso a Emilio en la biblioteca, me he traído un par de libros a la mesa que creo podrían servir para la clase de hoy.

Esto se siente tan extraño, hace mucho que no le daba clases. Hace meses que dejamos el principal motivo de nuestra cercanía atrás. Pero ahora me encuentro nuevamente en esta mesa esperando a que aparezca.

Es como si retrocediera en el tiempo, donde evitaba mirarlo por miedo a que pensara algo malo de mí y peleábamos todo el tiempo por su mal genio. Todo eso se siente tan lejano ahora mismo, han paso casi siete meses desde el primer momento en que me lo crucé, y puedo decir que fue lo mejor que me ha pasado.

Aunque hayamos sufrido en el camino, aunque hayamos peleado, gritado, aunque nos hayamos equivocado un montón de veces; no me arrepiento de nada porque todo eso nos hizo ser lo que somos hoy.

Y lo que somos hoy es perfecto.

Unas manos me cubren los ojos. Sonrío de inmediato.

— ¿Quién soy? —su intento de voz grave me causa gracia.

—Alguien con cara de culo.

Saca sus manos de mi cara y me mira indignado, le sonrío y lo tiro para que tome asiento.

—Me hiciste esperar casi quince minutos, ¿Por qué tardaste tanto?

Mueve sus cejas y me tira del brazo para alzarme de la silla, me lleva hasta el final de los estantes donde está completamente vacío; y una vez allí lo primero que hace es envolverme con sus brazos y alzarme en un abrazo silencioso.

Le devuelvo el abrazo sin saber el motivo de este. Aunque puedo creer que es por su madre, ya que ayer tuve que irme antes de que él se despertara de su casa y no me he enterado de nada. Pero apuesto a que es bueno, puedo verlo por sus ojos brillantes, su cálido abrazo y su sonrisa delatadora.

— ¿Qué pasa?

—Ella está bien. La operación ha ido de maravilla, así que oficialmente ya no tiene cáncer. —sonríe cerrando bruscamente sus ojos y vuelve a abrazarme.

—Emilio eso es... ¡Es genial! —me tapa la boca antes de que nos castiguen o descubran.

Ambos sonreímos como bobos y nos abrazamos nuevamente.

—Sí, de todas formas se hará un chequeo más adelante para prevenir. Pero ahora ella está bien, va a poder volver a casa con nosotros.

Le sonrío y miro a mi alrededor, asegurándome de no ver a nadie por aquí, y es que en realidad la biblioteca casi siempre está vacía.

Una vez estoy seguro, me cuelgo en sus hombros y le planto un beso en los labios, luego de segundos lleva sus manos hacia mi cintura y me envuelve por completo, acercándome más a él y ladeando su cabeza para profundizar el beso.

Sus labios son mi adicción, tan suaves y gruesos, puedo volverme insaciable de ellos.

Sus manos se mueve en mi espalda hasta bajar hacia mi trasero y apretarlo ligeramente.

—En serio me encanta tu trasero. —dice separando nuestra labios, sacándome una sonrisa antes de tirar de su nuca para volver a unirnos.

Nos besamos a escondidas del mundo, sintiéndonos el uno al otro, sin nadie más. Y aunque haya sido un beso torpe, alerta y sediento de más, ha sido perfecto. Me abraza una vez más y volvemos a la mesa.

Su sonrisa no desaparece en ningún momento, puedo ver lo feliz que está y eso me produce tanta felicidad a mí. Saber que su madre, una mujer simplemente maravillosa, estará bien, podrá volver con esa familia tan hermosa que tiene; es asombroso. Emilio se merece esto y más, se merece que todo el mundo lo ame, lo aprecie y respete por quién es. Merece que todos conozcan ese lado amable, tierno y sincero de él. Incluso que todo el mundo escuche esa voz tan especial que tiene.

𝐌𝐈𝐋𝐈𝐓𝐀𝐑 ♥︎ᵎ EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora